Desde que se fundó Alcohólicos Anónimos, a todos nos han hecho creer que el alcoholismo es incurable, pues aunque usted no lo crea, a muchas instituciones les conviene mantener viva esa creencia. El negocio es bueno. En casi todos los países existe un interés desmedido por el tratamiento de la enfermedad, no por la prevención de la misma, y así sucede con la mayoría de las enfermedades. Ray Moynihan y Alan Cassels han escrito «Medicamentos que nos enferman e industrias farmacéuticas que nos convierten en pacientes», en donde denuncian una serie de prácticas de la industria farmacéutica que no parecen comulgar mucho con los principios de la «ética empresarial».
El alcoholismo se puede curar con nutrientes administrados en dosis terapéuticas (medicina ortomolecular)
Andrew Saul [1], editor en jefe del Orthomolecular Medicine News Service y autor de más de 170 artículos científicos, cuenta la historia de una paciente de nombre Betty, que después de haber padecido de alcoholismo por años, pudo aliviarse completamente y hasta darse el lujo de tomar una sola copa y parar ahí, después de seguir el tratamiento del Dr. Roger J. Williams, profesor de química de la Universidad de Texas y ex-presidente de la Sociedad de Química Americana, el cual tenía escribiendo sobre el tema desde la decáda de los 50´s. El Dr. Saul le recomendó a Betty, de 56 años, el tratamiento que el Dr. Williams había descubierto y que más tarde habría de confirmar la Dra. Ruth Harrel [2], quien administró dosis masivas de vitaminas, especialmente de tiamina (B1), para elevar el coeficiente intelectual de varios niños con deficiencias mentales, entre las cuales figuraba el síndrome de Down.
Fue así como a partir de habernos enterado de tales acontecimientos, nos convencimos de que el alcoholismo tenía cura, pues hasta ahora, siempre habíamos pensado lo mismo que todos: “que un alcohólico siempre será un alcohólico”. Nuevamente: hay esperanza, hay solución y por lo tanto, vida. El alcohol de las bebidas es etanol, y es un hidrato de carbono simple, que suele aportar mucha energía pero nada de nutrientes. Para metabolizar los hidratos de carbono, el organismo requiere de tiamina (vitamina B1) y puesto que los hidratos de carbono extra también requieren de cantidades adicionales de tiamina, el que bebe en exceso comienza gradualmente a carecer de este nutriente, al grado de experimentar síntomas tales como la anorexia, indigestión,
estreñimiento, atonía gástrica, dilatación de los vasos sanguíneos periféricos, debilitamiento de la musculatura del corazón, fallo cardíaco, bajo nivel de alerta, fatiga y apatía. La deficiencia continuada produce daño o degeneración de las capas de mielina. El daño nervioso provocado por la deficiencia de tiamina puede desembocar en delirium tremens y alucinaciones. Un déficit de vitamina B1 puede conducir a un grupo de síntomas llamado síndrome de Wernicke-Korsakoff [3].
Este síndrome se caracteriza por confusión mental, pérdida de memoria, falta de coordinación neuromuscular y alteraciones visuales. Y adivine qué, su causa principal es el alcoholismo.
La adicción no es un acto volitivo, es producto de un proceso bioquímico
En la entrega dedicada a la adicción y la dependencia, descubrimos que el acetaldehído es muy adictivo y que perturba el cerebro cuando se combina con la dopamina. Dicha combinación da lugar a un producto de condensación llamado salsolinol. El acetaldehído combinado con la serotonina produce beta-carbolina. El salsolinol y la beta-carbolina pertenecen a un grupo de compuestos llamado tetrahidro-isoquinolinas. Investigaciones tanto en animales como en seres humanos han demostrado que los alcohólicos poseen altos niveles de diversos tetrahidro-isoquinolinas en su cerebro y fluidos espinales, y que esos compuestos son muy similares a los opiáceos [4].
La orina de los alcohólicos que se desintoxican con éxito, también contiene niveles particularmente altos de esas mismas sustancias parecidas a los opiáceos [obra citada]. Esto explica la adicción al alcohol, y por qué los fumadores ansían tanto el tabaco y los que sufren de candidiasis el azúcar. Estas tres adicciones promueven niveles excesivos crónicos de acetaldehído en el cuerpo y causan permeabilidad intestinal, que a su vez ocasiona letargo, confusión mental, depresión, apatía, falta de concentración, etc.
El delirium tremens no es la única secuela
Todos esos síntomas generalmente están presentes tanto en alcóholicos como en pacientes con candidiasis, que son enfermos que regularmente obtienen niveles crónicos altos de acetaldehído en sus análisis clínicos.
La toxicidad crónica inducida por el acetaldehído promueve por lo tanto la adicción al alcohol y el desarrollo de algunos otros trastornos mentales, como la esquizofrenia, el trastorno bipolar, la enfermedad de Alzheimer, el mal de Parkinson, el autismo en los descendientes, el trastorno obsesivo-compulsivo, etc., lo cual no quiere decir que usted va a comenzar a escuchar voces inmediatamente después de zamparse un tequila. Un trastorno mental como los mencionados puede tardar años en manifestarse, cuando el acetaldehído se haya acumulado lo suficiente como para que una permeabilidad intestinal haga su triunfal aparición.
¿No será por eso que los síntomas del delirium tremens no se presentan sino hasta que el alcoholismo ha llegado a su etapa más avanzada?
¿Y que hay de las alucinaciones que los adolescentes comienzan a experimentar, aún después de haber dejado de fumar, beber o consumir alucinógenos?
¿No será que el acetaldehído que han acumulado durante todos esos años de adicción, les está haciendo ver y oír cosas que ahora son producidas por un alto contenido de esas sustancias parecidas a los opiáceos? El acetaldehído está ahí, aún en los periodos de abstinencia.
Mientras hacía yo esas mismas preguntas durante una videconferencia por Skype, uno de mis interlocutores exclamó: ¡Pero el tío Paco ha sido alcóholico y se ha metido varios churros desde que comenzó a trabajar, y ahora que ya no fuma nada, nunca ha tenido una alucinación!, a lo que yo le contesté: «tu tío Paco ha tenido la suerte de que no se le hayan expresado los genes asociados a la esquizofrenia. A él, de alguna manera se le expresarán otros…como a ti o como a mi. La expresión (manifestación) de cada gen varía de una persona a otra, dependiendo ello de sus hábitos,
su nutrición y del entorno en el que crece» [7].
La receta para tratar el alcoholismo
Como resultado de todo lo anterior, y a consecuencia de los resultados derivados de nuestra labor de investigación sobre la adicción y la dependencia, es necesario implementar un tratamiento basado en megadosis de vitamina B1 y suplementos alimenticios que contengan vitamina C en cantidades apropiadas, dependiendo éstas del nivel de tolerancia de quien esté en tratamiento (ver receta).
Asimismo, se deberá complementar lo anterior con dosis ortomoleculares (terapéuticas) de otras dos vitaminas del grupo B, como la niacina (B3) y la B6, pues ambas producirán una mejor sinergia actuando junto con la B1 (las tres dan mucho mejores resultados que si actuaran cada una por separado). La administración de L-glutamina ayudará a sanar el intestino permeable y a disminuir el ansia fisiológica por el alcohol; la lecitina proporcionará inositol y colina; el cromo, contribuirá a mejorar significativamente el metabolismo de los carbohidratos y ayudará a controlar los niveles de azúcar, pues la hipoglucemia es una condición que por lo regular está presente en todos los alcohólicos. Por último, se sugiere agregar una buena combinación de cepas de probióticos que contrarreste la permeabilidad intestinal y un neuroprotector que al mismo tiempo permita prevenir una posible cirrosis hepática. Las dosis exactas de todos estos nutrientes las podrá encontrar en nuestra Receta para Tratar el Alcoholismo.
«Dime con quién andas, qué lees, qué comes, qué bebes y con qué te nutres, y te diré cuáles son los genes que están esperando expresarse a través de tu complejo cuerpo-mente». Sergio López González.
Fundación MicroMédix. © 29 de mayo de 2014
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REFERENCIAS
[1] Cúrate tu mismo. Los sorprendentes resultados de la nutrición ortomolecular. Dr. Andrew Saul. Editorial Sirio S.A
[2] Harrell RF, Capp RH, Davis DR, Peerless J, and Ravitz LR. Can nutritional supplements help mentally retarded children? An exploratory study. Proc Natl AcadSci USA, 1981. 78: 574–8
[3] Dreyfus, P.M. and Victor, M. Effects of Thiamine Deficiency on the Central Nervous System. Am J Clin Nutr, 1971, 9:414-25.
[4] Blum, K. and Payne, J. Alcohol and the Addictive Brain, pp. 99- 216. NYC: The Free Press, 1991.
[5] John P. Cleary. Etiology and Biological Treatment of Alcohol Addiction, Journal of Orthomolecular Medicine Vol. 2. No. 3, 1987
[6] Carla Cannizzaro, Fulvio Plescia, Silvana Cacace. Role of acetaldehyde in alcohol addiction: current evidence and future perspectives.Malta Medical Journal Volume 23 Issue 03 2011
[7] La Biología de la Creencia. La liberación del poder de la conciencia, la materia y los milagros. Bruce H. Lipton. Palmyra