Hay una diferencia abismal entre contar una historia y haberla vivido, lo sé por experiencia; pero lo que le voy a contar aquí, conlleva una serie de elementos y acontecimientos que pueden cambiarle la vida de manera significativa, si es que usted realmente está interesado en ayudar a su ser querido. Los personajes que presento en este caso de trastorno bipolar, están basados en una historia de la vida real (pulse sobre la imagen a su izquierda para conocerla), y aunque sus nombres han sido cambiados, ello no le ha restado autenticidad ni a los sucesos, ni a las bases científicas en los que se sustenta la terapia que hay detrás de la historia.
Aun cuando el relato parezca novelesco, eso no significa que los suplementos, las microdosis y todas las recomendaciones que aquí se dan, sean ficticias. Todos esos componentes de los que consta la terapia implícita en este relato, tanto suplementos como microdosis, se le administraron a Armando, el protagonista del caso, y han desempeñado también un papel clave en la recuperación de otros pacientes atendidos por la Fundación MicroMédix.
La estructura del relato está pensada para que la pueda adaptar a su caso particular, y para que de ser necesario, usted pueda ir directamente a consultar los detalles de la terapia, sin detenerse en acontecimientos que en su caso pudieran resultar irrelevantes, dado que lo que usted está buscando, es ir directo al meollo del asunto, a fin de encontrar una solución para el trastorno bipolar de su ser querido. Lo puede hacer así sin ningún problema. Sin embargo, la historia contiene otros aspectos que tienen que ver con el contacto humano y la sensibilidad de las personas, que muchas veces obviamos y que no se podrían entender si no se empleara la narración del caso real.
He recurrido al relato para ilustrar cómo un sinnúmero de familias cometen graves errores a la hora de estar buscando una solución para un trastorno mental, en donde está en juego, no solo la salud del paciente, sino sus sentimientos, lo que él alcanza a percibir de su enfermedad, y sobre todo, la comprensión que él está esperando encontrar de parte de quien se hará cargo de su tratamiento. Tal ha sido el caso de Armando, que siendo un joven que desafía el peligro desde su adolescencia, encuentra un medio ambiente propicio para experimentar con la marihuana, el floripondio y otros estupefacientes, incluyendo los fármacos que los psiquiatras recetan y que se conocen comúnmente como «drogas legales» o de prescripción médica.
El caso describe cómo este adolescente desarrolla un trastorno bipolar desencadenado por el consumo de drogas ilegales, y cómo su hermana Elena junto con sus primos Gerardo y Martina, lo rescatan de lo que todos suponen es un viaje sin regreso (forever), que es lo que el ejército farmacéutico y sus soldados de bata blanca disfrazados de psiquiatras (el sistema), le han hecho creer al autoritario padre de Armando, principal antagonista del tratamiento alternativo que la naturópata Martina González está proponiendo para aliviar a su primo Armando.
El relato necesariamente transmite también un mensaje:
«Elena se dio cuenta de las implicaciones terapéuticas que tenía el hecho de conocer a una persona como si fuera un hermano. Pensó que también los padres deberían de conocer a sus hijos lo suficiente, como para poder lograr algo similar a lo que ella había conseguido con una guacamaya roja. Se dijo así misma que todo consistía en descubrir qué era lo que a un ser querido le apasiona, lo que lo motiva. Tan solo unos instantes después, le pudo mucho el que hubiera sido Gerardo y no ella la de la idea; pero gracias a ese sentimiento llegó a su momento más lúcido: se dio cuenta de que tal vez las cosas habían sucedido así para darle la oportunidad de cuidar a su hermano, para que precisamente se diera el tiempo de saber quién era, de raptárselo para que su papá no lo recluyera en el Bernardino. [...] Refexionó también sobre una realidad que asalta. Una realidad que solo vistiéndose de adversidad consigue sacudirnos para que de una vez por todas nos dignemos a conocer a profundidad a quien realmente importa«.
© Sergio López González. Fundación MicroMédix. 24 de junio de 2015
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