En una de sus obras más notables, «Vitamin C, the Common Cold & the Flu», Linus Pauling hace alusión al ácido ascórbico como una de las mejores alternativas para combatir el virus de la influenza, una enfermedad que los angloparlantes acostumbran llamar «the flu», y que se manifiesta de una manera mucho más agresiva que el resfriado común. No obstante, investigaciones más recientes han demostrado cómo la vitamina C, junto con el té verde, algunos aminoácidos como la glicina, la prolina, la arginina, la cisteína y unos cuantos minerales, pueden generar suficiente sinergia como para salir mejor librado de un contagio producido por alguna de las cepas de este virus.
Fármacos y vacunas vs. antivirales naturales
Y es que hasta la fecha, tanto en México como en otros países, las vacunas no han sido lo suficientemente efectivas como para detener su propagación. Las cepas han ido evolucionando desde que el subtipo H1N1 de la influenza tipo A hiciera estragos en nuestro país en el 2009, lo cual complicó el que las instituciones de salud pública pudieran seguirle la pista a sus mutaciones.
Desde el punto de vista comercial, o sea, desde la perspectiva de las farmacéuticas, las vacunas y los antivirales fabricados sintéticamente pueden ser muy redituables; pero uno debería preguntarse si esa industria realmente está al tanto de cómo un virus ha ido evolucionando a lo largo del tiempo, y qué tan resistente se ha vuelto éste a los medicamentos que hasta hoy lo han podio exterminar con cierto éxito.
Los virus patógenos mutan y logran burlar muchos sistemas inmunes que se encuentran debilitados por no contar con una nutrición óptima, independientemente de si han sido vacunados o no.
De manera que antes de confiar en que una vacuna nos va a mantener a salvo de contraer el virus, o que un fármaco nos puede sacar del apuro en caso de enfermarnos, conviene modificar nuestros hábitos, comenzando por complementar nuestra alimentación con los suplementos anteriormente mencionados, incluido el ácido ascórbico. Administrando dosis ortomoleculares (terapéuticas) de estos nutrientes, nuestro sistema inmune estará en posibilidad de enfrentar hasta una epidemia.
Los fármacos que supuestamente resuelven el problema, tanto los que bloquean la proteína viral M2, conocidos como adamantamos, como los que inhiben la proteína neuraminidasa, como el oseltamivir (Tamiflu®) y el zanamivir (Relenza®), han acarreado más problemas de los que han podido resolver, debido principalmente a sus efectos secundarios. En relación al Tamiflu por ejemplo, se han reportado efectos colaterales de carácter psicogénico muy extraños. Algunos estudios en Japón revelaron haber detectado cambios de humor y de comportamiento en niños, así como alucinaciones, convulsiones e inclusive decesos [1]. Es por ello que nos dimos a la tarea de buscar una solución alternativa para esta pandemia que comprendiera medicamentos naturales antivirales, exentos de efectos secundarios.
Es importante notar el hecho de que estamos ante un problema viral, por lo que de nada hubiera servido buscar nutrientes que pudieran fungir como antibióticos, pues aquí no estamos enfrentándonos a una bacteria.
Asimismo, conviene saber que los nutrientes que anteriormente hemos propuesto para combatir la influenza, nos pueden servir tanto para prevenir un contagio, sobre todo durante la temporada de invierno, como para detener un proceso viral que podría terminar en una neumonía, de nos ser tratado apropiadamente. Una influenza mal cuidada, podría complicarse al grado de poner en peligro nuestra vida, de manera que para evitar llegar a esos extremos, convendría seguir las siguientes recomendaciones.
Más que revertir, conviene prevenir
1. Aléjese lo que más pueda de los lugares demasiado concurridos, como las iglesias, los estadios de fútbol, los cines, los teatros, bares, clubes nocturnos y los servicios de transporte colectivo (metro y autobuses).
2. Lávese bien las manos tan pronto como regrese del trabajo o la escuela.
3. Si debe acudir a la oficina o lugar de trabajo, haga uso de cubre brocas cuando tenga que abordar el medio de transporte público. Si cuenta con automóvil o puede permitirse el tomar un taxi durante la temporada de invierno, aproveche esta alternativa para evitar al máximo, el contacto con la gente que viaja en el mismo horario que usted.
4. Durante la temporada de invierno o cuando se tenga noticia de una gran proliferación de cualquiera de las cepas del virus, evite abrazar o saludar de mano o de beso a sus conocidos.
5. Evite usar los mismos cubiertos y trastes que llegue a emplear algún miembro de la familia que haya contraído el virus.
6. Realice sus traslados fuera de las horas pico.
7. Evite los cambios bruscos de temperatura entre un entorno y otro.
8. No consuma bebidas demasiado frías.
9. Agregue a sus alimentos los nutrientes que hemos recomendando en la «Receta para la Influenza«, en las dosis señaladas como preventivas.
Aminoácidos: la clave para la recuperación
La última recomendación ha sido extraída directamente de un hecho de la vida real, pues esa fue la única manera de explicar el que un hombre de 96 años no se haya contagiado, a pesar de haber estado durante dos semanas conviviendo con un familiar infectado con el virus de la influenza (lo cual no fue un experimento sino algo casual), y que al mismo tiempo, un adolescente de apenas 14 años, sí haya contraído inmediatamente el virus al primer contacto con el enfermo.
Después de haber tratado a ambos pacientes (al adolescente y al familiar que pudimos identificar como portador del virus) con microdosis de eucalipto, tomillo, estafiate y gordolobo, y con unas dosis ortomoleculares (apropiadas) de vitamina C, los consejeros de salud que intervenimos en este caso, nos estuvimos preguntando por qué ese señor de edad tan avanzada (izquierda) no se había enfermado, después de haber estado en contacto con un portador durante todo ese tiempo.
La respuesta llegó cuando nos enteramos de lo que este señor tomaba diariamente como parte de su desayuno y su cena: un licuado de proteína de soya con leche de almendra. La proteína de soya (no la leche de almendra) contiene prácticamente los mismos aminoácidos que la proteína de suero de leche (derecha), y si bien nosotros preferimos usar esta última debido a que generalmente aporta más cisteína que la primera, cualquiera de las dos contiene los aminoácidos que R.J. Jariwalla y otros [2] recomiendan tomar para combatir la influenza, independientemente de si ésta es de tipo A o B. Nótese también que los licuados son con leche de almendra, no de vaca. Los lácteos nunca han sido algo que la Fundación MicroMédix recomiende como parte de una dieta saludable, debido a que contienen caseína y promueven en gran medida los procesos inflamatorios.
En general, vale decir que si se sigue una dieta libre de gluten, lácteos y azúcar, los problemas de salud siempre serán mucho menores que si se consumen esos productos, mal llamados alimentos.
Después de conocer el hecho de que un joven de 14 años alimentado a base de comida chatarra y con una dieta muy pobre en frutas y verduras, podía enfermar con mayor facilidad que una persona de la tercera edad que desde los 60 años ha estado complementando su dieta con proteína de soya, lecitina y germen de trigo, nos pareció oportuno realizar una investigación que pudiera fundamentar la inclusión de la proteína de suero de leche, como parte esencial de una receta destinada a prevenir y combatir la influenza. Fue así como dimos con los hallazgos del grupo de investigadores liderados por R.J Jariwalla [2].
¿Y la sintomatología?… Qué hacer para soportar los malestares mientras se está combatiendo el virus
Los síntomas producidos por el virus de la influenza no son algo que una persona promedio pueda soportar así como así. Se requiere de cierto estoicismo para no abatirse ante una fiebre de más de 39 grados centígrados, frecuentes jaquecas, dolores musculares en gran parte de las extremidades, accesos de tos y un estado de fatiga que perdura aún después de que todos los síntomas anteriores han desaparecido.
Es por eso que para hacer más soportable la experiencia entre la aparición de los primeros síntomas y la exterminación del virus con los antivirales, se agregan microdosis de
estafiate, gordolobo, eucalipto y tomillo. En su desesperación, muchos pacientes recurrirán al paracetamol
o a las aspirinas para aliviar las molestias. En lo personal, considero que no es absolutamente indispensable bajar la temperatura corporal al nivel normal, pues la fiebre es un recurso que el organismo emplea para contrarrestar el proceso infeccioso en curso, que en principio no debería enmascararse con antipiréticos. Sin embargo, uno no debe permitir que la fiebre sobrepase los 39 grados, por el peligro que ello implica.
Para no correr ningún riesgo, sentirse mejor y al mismo tiempo dejar que el organismo responda a la infección, la fiebre puede disminuirse a un nivel que no necesariamente tiene que ser el normal. El nivel podría descender hasta poco más de 37 grados, administrando 3 gotas de microdosis de estafiate sobre la lengua, cada 5 minutos, durante una hora. Un baño de agua caliente podría coadyuvar también a bajar la temperatura. La tos puede ser bien tolerada con microdosis de gordolobo y eucalipto, así como con vaporizaciones (derecha). A los primeros síntomas, deberán aplicarse 3 gotas de microdosis de ambas plantas medicinales, tal y como se indica en la receta.
La receta
Una vez infectado con el virus, uno no debería esperar recuperar su salud en dos o tres días, así que prepárese a guardar reposo durante al menos una semana, en caso de que haya caído enfermo por este motivo. Para ser honesto, debo decir que lo que puede hacer por usted la receta de medicamentos naturales (izquierda), es evitar que el virus se reproduzca en su organismo de manera incontrolable, hasta el extremo de deteriorar seriamente sus vías respiratorias (tráquea, pulmones, bronquios y alvéolos). Y aunque bien podría ser que su sistema inmune respondiera satisfactoriamente en cinco días, que es el tiempo en el que se supone debe reaccionar y acabar con el virus sin necesidad de medicamentos, también podría ser que su sistema inmune estuviera debilitado y no respondiera tal y como se espera. No estoy afirmando que usted puede morir si no toma los suplementos que le estoy recomendando, sino más bien que el riesgo de que las cosas se salgan de control es mayor si usted hace caso omiso a nuestras recomendaciones.
© Sergio López González. Fundación MicroMédix. 7 de marzo de 2016
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REFERENCIAS
[1] A. Moscona, Oseltamivir-resistant influenza? Lancet 364 (2004), 733–734.
[2] R.J. Jariwalla, M.W. Roomi, B. Gangapurkar, T. Kalinovsky, A. Niedzwiecki and M. Rath. «Suppression of influenza A virus nuclear antigen production and neuraminidase activity by a nutrient mixture containing ascorbic acid, green tea extract and amino acids». Dr. Rath Research Institute, Santa Clara, CA, USA. BioFactors 31 (2007) 1–15. IOS Press
[3] Andrew W. Saul, Ph.D. Hidden In Plain Sight: The Pioneering Work of Frederick Robert Klenner, M.D. Journal of Orthomolecular Medicine Vol. 22, No. 1, 2007
[4] Robert F. Cathcart, III, M.D. The Method of Determining Proper Doses of Vitamin C for the Treatment of Disease by Titrating to Bowel Tolerance. Orthomolecular Psychiatry, Volume 10, Number 2, 1981, pp. 125-132.