El queratocono es un trastorno caracterizado por un adelgazamiento progresivo de la córnea, que da lugar a una protuberancia cónica en su centro. En casos graves puede ocasionar cierta discapacidad emocional [1]. Se cree que el queratocono puede afectar el comportamiento, al grado de ocasionar síntomas parecidos a los que comúnmente se asocian a una esquizofrenia (delirios, compulsiones, obsesiones, alucinaciones, etc.) [2]. Al principio, las personas con queratocono ven los objetos y las personas a su alrededor algo borrosas. Conforme avanza la enfermedad, la visión se va deteriorando a cualquier distancia, llegando a empeorar al obscurecer.
La personalidad queratocónica
El queratocono suele aparecer alrededor de la segunda década de vida, con una prevalencia de 0,05% (un afectado por cada 2,000 habitantes). El estudio de la comorbilidad entre enfermedades físicas y mentales tiene grandes implicaciones para el tratamiento, la calidad de vida y la prevención de brotes psicogénicos. Es por eso que en este estudio, vamos a proponer nutrientes cuya deficiencia podría estar asociada tanto a síntomas propios de un trastorno psicótico, como a los de un queratocono. De hecho, existe una gran cantidad de publicaciones en las que sus respectivos autores denominan «personalidad queratocónica», a la forma en la que tienden a comportarse los pacientes estudiados en sus ensayos clínicos [3].
En mayo de 2003, Rudisch y sus colaboradores le escribieron al editor de la revista The American Journal of Psychiatry, para presentar el caso de un paciente con diagnóstico provisional de queratocono y trastorno esquizofreniforme. Este trastorno está caracterizado por la presencia de delirios, alucinaciones, ideas confusas, comportamiento desorganizado, catatatonia y síntomas negativos. En su carta, los autores manifestaban que varios oftalmólogos habían reportado la existencia de una «personalidad queratocónica« en algunos de sus pacientes, que podía describirse como paranoica, ansiosa, compulsiva y con tendencia a somatizar [4].
Y aunque existe una gran cantidad de estudios relacionados con las diferencias de personalidad entre pacientes queratocónicos e individuos sanos, todavía no se ha esclarecido si esto depende o no del estrés originado por la misma enfermedad ocular crónica. El paciente al que se refería ese equipo de investigadores era un joven de 23 años que había sido internado en un hospital psiquiátrico después de una historia de 5 meses de delirios, quien tenía la creencia de que sus trasplantes de córnea eran unos transmisores de radio que habían sido implantados en su cabeza. Había sido diagnosticado con queratocono a los 17 años y se sometió a un trasplante de córnea bilateral a los 21.
En una ocasión, en un arranque de angustia y desesperación, este muchacho roció su auto de gasolina y le prendió fuego. También tenía antecedentes de abuso de cocaína, anfetaminas y LSD. Su conversación era incoherente, no demostraba afecto y pocas veces lograba concentrarse en algo. Sus principales preocupaciones eran las quemaduras de cigarro que él afirmaba tener en las piernas y en la espalda, y la de que todos sus problemas se debían al «material audiovisual» que tenía implantado en sus ojos. Lo interesante de este caso es que tanto ese grupo de investigadores como el que escribe estas líneas, creemos que el hecho de que otras personas hayan tenido una experiencia similar, puede dar luz a la hora de encontrar mayor número de correlaciones entre el queratocono y la esquizofrenia.
En lo que concierne al estudio que en seguida estaré presentando, resulta muy productivo comparar las sustancias que recomienda la medicina ortomolecular (nutrientes en dosis terapéuticas) para ambos padecimientos.
A fin de ilustrar cómo el queratocono aparece de nuevo acompañado de un par de delirios y una que otra obsesión, relataré ahora el caso de Alejandro, un paciente que comenzó con un tratamiento que en un principio estaba destinado a mejorar los síntomas propios de una esquizofrenia carente de alucinaciones.
Alejandro de Austria y la terapia ayudada por mascotas
Aunque Alejandro presenta queratocono, nunca reportó haber tenido alucinaciones, y si bien la mayor parte del tiempo se mostraba coherente en sus conversaciones, tenía la creencia de que una ex-novia suya podría estar todavía interesada en él, porque ella se portaba amable cada vez que conversaban. Aunque estaba casada, Alejandro dudaba de la autenticidad de su matrimonio. Para él, la boda bien podía haber sido un montaje. Esa obsesión se entremezclaba con un delirio que tenía en relación a una supuesta admiradora que le enviaba mensajes a través de canciones populares, según le llegó a decir a Lourdes González, la terapeuta que lo estaba atendiendo al principio del tratamiento. De acuerdo con Alejandro, la chica en cuestión tenía tanto poder económico, que podía pagarle a intérpretes de fama mundial, para hacerle llegar los mensajes a través de sus canciones.
Todo esto sucedía mientras él se encontraba con su mamá en Austria. Pero lo más interesante de este caso son las claves que pudimos descubrir, precisamente por haber experimentado algunos altibajos. Tanto Alejandro como su mamá tuvieron que trasladarse a Cuba y luego a los Ángeles, en donde la mayor parte del tiempo él mostró un comportamiento bastante estable. Curiosamente, una de las peores crisis de su enfermedad sucedió durante su estancia en Europa, mientras que sus mejores días los pasó en su país de origen y en California, en donde tuvo la fortuna de conocer a su amigo Yamba, un perro que le ayudó a reflexionar sobre lo que le estaba pasando, y que a la postre le permitiría ver la vida desde una perspectiva diferente.
Yo sabía de casos de niños autistas que mejoraban sustancialmente en compañía de una mascota; pero no podía creer que Alejandro hubiera respondido tan satisfactoriamente como lo hizo cuando pudo compartir esos momentos importantes de su vida con Yamba. Ya se ve que en ciertos casos, una terapia asistida por animales puede hacer más por un ser humano, que una pastilla sintética fabricada en el laboratorio. Es ahí donde radica la magia de las terapias alternativas. Y cuando digo magia, no estoy insinuando que una mascota pueda tener poderes curativos, sino apelando al significado y valor que le da el paciente a la experiencia.
A Alejandro no le han servido de mucho todos esos ensayos clínicos aleatorios tipo doble ciego, y todas esas campañas mercadotécnicas que la medicina tradicional despliega para impresionar a sus seguidores. El caso de Alex es una prueba fiel de lo que Joe Dispenza insinuó alguna vez en uno de sus éxitos literarios [5]: que el placebo puede ser el paciente mismo. Todo está en procurarle un ambiente propicio para que sea él, quien desarrolle esa capacidad de autocuración que la naturaleza le ha regalado.
Pero de regreso a Europa las cosas empeoraron. Poco después de su llegada a Austria, nos comunicamos por Skype para sostener una conversación fluida y coherente con Alejandro. Sin embargo, a la semana siguiente recibimos un correo de su mamá, en el que nos notificaba que ahora nuestro querido Alex había caído en una profunda depresión. Fue entonces cuando decidí que debíamos ir en busca de la siguiente alternativa ortomolecular, pues la idea de una terapia cognitiva-conductual tampoco había dado resultado.
Antes de irse a Cuba le llamé a Alex para proponerle que debíamos hallar evidencias de que su antigua novia no estuviera casada, y de que fuera verdad aquello de que siguiera interesada en él; pero el hilo de la conversación se rompió cuando su otra personalidad resurgió, haciendo que perdiera la lógica que demanda el diálogo socrático de una terapia cognitiva-conductual. Si el paciente no se puede concentrar, es mejor esperar una o dos semanas a que responda al tratamiento ortomolecular, para continuar con el diálogo una vez recuperada la lucidez mental.
¿Pero entonces, después de que regresó a Austria y de que cayó en esa profunda depresión, cuál era el camino a seguir? Le propuse a su mamá llevar a cabo el presente estudio para que me diera la oportunidad de hallar las correlaciones que estaban esperando ser descubiertas. La primera de ellas fue la vitamina D. Si bien esta vitamina no guarda ninguna relación con la «terapia Yamba», sí está correlacionada con el famoso Trastorno Afectivo Estacional (SAD, por sus siglas en inglés), que como es bien sabido, es una condición que afecta a muchas poblaciones a las que la luz del sol no suele llegar con todo su esplendor.
La mayoría de los pacientes europeos no tienen niveles suficientes de vitamina D, porque ya lo dice el adagio, «no las calienta ni el sol» (el sol es una fuente de vitamina D); y lo mismo ocurre con las personas que padecen de depresión crónica y otros trastornos mentales: su nivel de vitamina D «está por los suelos». Un tratamiento eficaz con niveles adecuados de vitamina D para esas personas, o para aquellas con queratocono, puede mejorar su calidad de vida. Y es que la pregunta obligada aquí fue: ¿Porqué Alex se sintió bien durante el tiempo que pasó en Cuba y recayó a los pocos días de regresar a Austria? Otra pregunta que valió la pena plantearse en los inicios de esta investigación fue: ¿qué recomienda la medicina ortomolecular para el queratocono, independientemente de si el paciente exhibe o no un comportamiento psicótico?
Cuando revisé lo que la medicina ortomolecular debía responder a esta segunda cuestión, me enteré de lo que había escrito el doctor Alan R. Gaby, a propósito de los suplementos que podían aliviar los síntomas del queratocono [6]. A continuación describo los componentes del tratamiento sugerido por este referente de la medicina nutricional.
Vitaminas y minerales para detener y revertir el queratocono
Vitamina D y Calcio
En un artículo de la Revista de la Asociación Médica Americana (JAMA) [7], se relata el caso de un médico que trató a 11 pacientes con queratocono, utilizando una combinación de vitamina D2 y una preparación de calcio. El período de tratamiento varió de tres meses a tres años. Todos los pacientes mostraron mejoría en la visión y un aplanamiento de los conos en el examen oftalmológico. En su informe, este médico citó pruebas de que el queratocono se desarrolla en perros y ratas alimentados con una dieta baja en vitamina D y calcio. Con todo, hasta le fecha no se conoce el mecanismo de acción de estos nutrientes en el tratamiento del queratocono.
Debido a que se comprobó que las altas dosis de vitamina D2 que este médico empleó para tratar el queratocono, podían causar hipercalcemia e hipercalciuria, se propuso emplear mejor la vitamina D3, ya que tratándose de seres humanos, ésta es entre 3.4 y 9.4 veces más potente que la vitamina D2, por lo que el tratamiento puede ser implementado perfectamente con 4,000 UI diarias de vitamina D3.
Los estudios en adultos sanos sugieren que esta dosis de vitamina D3 administrada entre 2 y 5 meses, es un régimen de consumo completamente seguro [8]. Abram Hoffer (izquierda) también recomienda esta misma dosis en pacientes con bajos niveles de este nutriente [9].
El Dr. Gaby ha recomendado una dosis de calcio entre 140 y 1,260 mg; pero lo hace en función de la cantidad de leche que consume el paciente. Como en el caso de Alex la leche está contraindicada, recomendamos que la dosis de calcio se establezca en 1,500 mg diarios, distribuidos entre los tres alimentos.
Magnesio
Aunque el Dr. Gaby ha omitido el magnesio, nosotros lo recomendamos sobremanera, debido a que sabemos que el calcio administrado sin magnesio, puede ocasionar otro tipos de problemas, como por ejemplo cálculos renales. Para una discusión más detallada sobre este tema, véase Las ocho mejores vitaminas y minerales para tu osteoporosis, también de mi autoría. Puesto que la dosis establecida anteriormente para el calcio ha sido de 1,500 mg., la dosis de magnesio debe ser necesariamente la mitad, ya que de acuerdo con Hoffer, la relación entre ambas debe ser de 2:1. En resumen, la dosis diaria de magnesio recomendada para el queratocono debe ser de 750 mg.
Vitaminas A, E y otros nutrientes
Algunos ensayos clínicos han demostrado que las ratas alimentadas con una dieta deficiente en vitamina A y E, desarrollan queratocono [10,11].
En un caso de estudio, un hombre de 34 años con queratocono, catarata subcapsular posterior, dermatitis atópica severa y asma, se trató diariamente con 1,200 UI de vitamina E natural (d-alfatocoferol), 600 mcg de selenio, 80 mg de piridoxina, 15 mg de riboflavina y 2 g de vitamina C. A los dos meses se observó una mejoría en el queratocono, así como una regresión de las opacidades corneales. La dermatitis atópica y el asma también mejoraron notablemente [12].
La receta genérica de la Fundación MicroMédix para la esquizofrenia y la que recién acabo de especificar para el queratocono, se encuentran correlacionadas a través del selenio, la piridoxina (parte del complejo B) y la vitamina C, lo cual estaría indicando que las personas que padecen ambos trastornos (si es que fueran diferentes), presentan deficiencia en esos tres nutrientes. En cuanto a la vitamina A, se sugiere una ingesta de entre 25,000 y 30,000 UI diarias, equivalentes a 15 y 18 mg de beta-caroteno, respectivamente.
Alimentos alérgenos
Evitar los alimentos alérgenos podría disminuir el proceso inflamatorio que parece desempeñar un papel importante en el desarrollo de esta enfermedad. Los alimentos problema pueden exacerbar los síntomas de la alergia ocular, y acrecentar la necesidad que tiene el enfermo de estar frotándose los ojos. Aunque no conocemos a ciencia cierta si frotarse los ojos empeora los síntomas asociados a la personalidad queratocónica, hay evidencias de que sí contribuye a empeorar la función ocular en general.
Recomendaciones finales y conclusión
¿Qué sería entonces lo más recomendable para Alex?
Siempre hemos dicho que las monoterapias nunca han sido la mejor opción. Por mucho que uno quiera ahorrarse los gastos de un mayor número de suplementos, el dinero invertido en una terapia basada en un solo nutriente por ejemplo, es dinero que va directo a la basura. Tampoco se trata de administrar suplementos a diestra y siniestra, tratando de hacer hasta lo impensable para que las cosas vayan mejor. Como padre, o al menos eso es lo que a mi me ha tocado vivir, uno no puede decir que ya intentado absolutamente todo. Por supuesto que es extenuante estar lidiando con una personalidad que sabemos muy bien no es la de nuestro hijo (o hija); pero eso no quiere decir que no contemos con alternativas más prometedoras que las que pudiera ofrecer la psiquiatría o la medicina tradicional.
Para retomar el control de la situación y no hacer absolutamente todo, sino simplemente lo que ya hemos visto que funciona por separado y en circunstancias diversas, basta con integrar esas experiencias aisladas en un tratamiento holístico, combinando lo que hemos observado mejora los síntomas de esa persona que amamos. Si la terapia asistida por animales funciona en nuestro caso, pues hagamos lo posible por integrar a nuestro tratamiento ortomolecular, actividades con ese perro, ese gato, esa guacamaya o ese periquito australiano que le hace la vida más placentera a nuestra(o) hija(o). Por otro lado, procurémosle una dieta que no contenga esos alimentos que sabemos empeoran sus síntomas. Y si hemos notado que una terapia cognitiva-conductual o una conversación con una guapa vecinita lo motiva, pues promovamos esos encuentros para hacerle más llevadero el camino.
Y si al chamaco(a) le gusta pintar con acuarela, al oleo, o si le gusta armar rompecabezas, tocar el piano o el violín, escribir, jugar al fútbol, al basquetbol, nadar, etc., pues adelante. Hay muchas actividades que hacen que el óxido nítrico llegue con mayor abundancia al cerebro, que armonizan el trabajo de los neurotransmisores, que promueven la creatividad de una persona, y que pueden marcar la diferencia a la hora de responder a las vitaminas, los minerales, los aminoácidos, los ácidos grasos esenciales y todos los demás factores sinérgicos que potencian el tratamiento. Y si todo eso no bastara para conseguir una recuperación en un tiempo razonable, todavía queda la opción de apelar a una psiquiatría de precisión.
«No te puedes permitir estar discapacitado en espíritu a la vez que físicamente»… Stephen Hawking
© Sergio López González. Fundación MicroMédix. 9 de febrero de 2017
¿Quieres que confeccionemos una receta inteligente para ti o tu familiar? Puedes concertar una cita para que recopilemos los datos que necesitamos.
REFERENCIAS
[1] Kaprelyan et al. Subjective cognitive complaints in a patient with keratoconus: cognitive impairment or “keratoconic personality”? Journal of IMAB – Annual Proceeding (Scientific Papers) 2012, vol. 18, book 3
[2] F. Schürhoff et al. Comorbidity between schizophrenia and keratoconus. Psychiatry Research 247 (2017) 315–316
[3] Cognitive Sciences – An Interdisciplinary Approach. Alina Cantemir. Current Aspects Regarding Some
Personality Modifications in Keratoconus. Tudorel Dima and Mihaela Luca (Editors), Pro Universitaria, 2015.
[4] Mannis MJ, Morrison TL, Zadnik K, Holland EJ, Krachmer JH: Personality trends in keratoconus. Arch Ophthalmol 1987; 105:798–800.
[5] Joe Dispenza. El placebo eres tú. Editorial Urano.
[6] Gaby A. R. Nutritional Therapies for Ocular Disorders: Part Three. Alternative Medicine Review Volume 13, Number 3 2008.
[7] Knapp AA. Vitamin D complex in keratoconus. JAMA 1938;110:1993-1994.
[8] Vieth R, Chan PC, MacFarlane GD. Efficacy and safety of vitamin D3 intake exceeding the lowest observed adverse effect level. Am. J. Clin. Nutr. 2001;73:288-294.
[9] Hoffer A. & Saul A. Orthomolecular Medicine for Everyone. Megavitamin Therapeutics for Families and Physicians. Basic Health Publications, Inc. 2008
[10]. Mutch JR, Richards MB. Keratoconus experimentally produced in the rat by vitamin A deficiency. Br J Opthalmol 1939;23:381-387.
[11]. Demole V, Knapp P. Augenerkrankungen bei einigen vitamin-E-frei ernahrten ratten. Ophthalmologica 1941;101:65-73.
[12]. Ahlrot-Westerlund B, Norrby A. Remarkable success of antioxidant treatment (selenomethionine and
vitamin E) to a 34-year old patient with posterior subcapsular cataract, keratoconus, severe atopic eczema and asthma. Acta Ophthalmol (Copenh) 1988;66:237-238.