Efectos secundarios y calculados
Un efecto secundario es una reacción adversa no intencionada que experimenta un ser humano cuando le son administradas dosis normales de algún medicamento. La dependencia que un individuo desarrolla en relación a un fármaco, no parece llenar los requisitos de la definición anterior, porque como más adelante demostraré, hay casos en que esta reacción en particular, se planea deliberadamente en el laboratorio. El efecto en este caso más bien debería denominarse efecto calculado o intencional, porque está pensado para que el ser humano dependa de un producto y por lo tanto lo consuma por tiempo indefinido.
¿Y por qué querría un grupo minoritario de la población cometer este abominable crimen contra sus congéneres? Porque eso le permite lucrar con el sufrimiento ajeno. Pero mi objetivo no es repetirle aquí lo que ya ha dicho la Dra. Ghislaine Lanctot, a propósito de cómo funciona el ejército farmacéutico y sus soldados de bata blanca [1], o lo que ya han escrito Payer [2], Elliot [3] así como Moynihan & Cassels [4] en relación al miedo que infunde ese sistema sobre la población, para convertir personas sanas en pacientes. De acuerdo con ellos, el sistema de salud dominante aumenta sus ganancias extendiendo los valores de referencia de varios biomarcadores e inventando enfermedades.
Así que en lugar de ahondar más en esas dos prácticas, mi intención aquí es poner al descubierto lo que hacen los laboratorios para agotar determinados nutrientes en los consumidores, con miras a convertirlos en adictos empedernidos, o como bien dice la Dra. Lanctot, en corderitos obedientes y compradores sumisos. Lo de corderitos supongo que ha de ser porque se dejan trasquilar su «lana» («lana» es un vocablo coloquial que usamos los mexicanos para referirnos al dinero).
A continuación describo el modus operandi del mercado farmaceútico, recurriendo al efecto calculado del clonazepam, como ejemplo típico del fenómeno social que se vive a nivel global.
¿Adicto(a) al clonazepam?
Imagine que usted está desesperada porque ya lleva una semana sin dormir. Acude al médico en busca de ayuda y éste, que ha sido aleccionado durante toda su carrera por una escuela de medicina auspiciada por unas cuantas trasnacionales farmacéuticas, extrae una pluma de su flamante bata blanca y le extiende una receta en donde se puede leer: «Clonazepam, 2 mg. Tomar media tableta antes de dormir». Como usted confía en su médico, sigue sus instrucciones al pie de la letra y en la noche toma la dosis recomendada, y ya está, ¡por fin ha podido descansar durante toda la noche!
Después de unas cuantas semanas, puede ser que la dosis inicial ya no sea suficiente, porque su cuerpo ha desarrollado cierta tolerancia al medicamento, de manera que le llama a su médico (en el mejor de los casos) y éste le dice que agregue un cuarto de tableta a su ingesta. Y como al mes sucede algo similar, y a los tres o cuatro meses, usted siente que ha entrado en una espiral descendente porque ahora resulta que no ha podido dormir ni con la dosis aumentada, que para ese momento ya estará rondando los 5 o 7 mg. Y como si se tratara de alguna droga ilegal, sucede que ya no puede dejar de tomar su clonazepam, porque éste ha creado en usted un efecto que se conoce como dependencia.
La única diferencia es que el clonazepam está legalizado y la cocaína, la heroína, el LSD y demás drogas alucinógenas no lo están (la mariguana ha sido legalizada en algunos países para dominar y embrutecer más a la población de gobernados: un pueblo al que se le está drogando crónicamente, no se puede emancipar).
Mi compromiso con usted, querido lector, es informarle que durante todo ese tiempo (el cual variará de persona a persona), el clonazepam ha provocado que la cantidad de una hormona llamada melatonina esté muy por debajo del nivel que su cuerpo necesita para descansar. En otras palabras:
el clonazepam ha agotado la cantidad de melatonina que hay en su cerebro, y que en condiciones normales (sin clonazepam) es producida por su glándula pineal, órgano encargado de controlar sus patrones de sueño. ¿Cree usted que eso sea un efecto secundario, es decir, no deliberado? ¿Les va a creer a los fabricantes del Rivotril, Ravotril, Clozanil, Ropsil y todos esos otros «hostiles», que esa deficiencia de melatonina ha sido producto de una mera casualidad? Stargrove, Treasure y McKee no parecen comulgar mucho con las casualidades, porque de acuerdo con lo que han revelado en una de sus publicaciones [5], todo indica que las drogas que han sido clasificadas como benzodiazepinas, entre los que se encuentra el clonazepam (Klonopin), agotan la melatonina endógena (la que produce la glándula pineal).
En este orden de ideas, si usted ha estado consumiendo reiteradamente benzodiazepinas, es casi seguro que el nivel de su melatonina esté por los suelos, y no podrá dormir a menos que tome «su clonazepam» (ellos así lo dicen, para hacerle creer que usted es el dueño de la situación, cuando en realidad es el clonazepam el que lo tiene a usted bajo control).
Y si acaso todavía no lo ha adivinado, la mejor forma de abandonar el clonazepam y de comenzar a dormir naturalmente, es haciéndolo paulatinamente y tomando al mismo tiempo melatonina exógena (como suplemento). Si su glándula pineal ha sido subutilizada durante mucho tiempo, dudo mucho que esté en condiciones de producir melatonina nuevamente, y es por eso que habrá que administrarla por la noche, una hora antes de irse a dormir.
Por otro lado, es muy probable que usted esté presentando los síntomas que conlleva la deficiencia de esta hormona, a saber: fatiga, dificultad para concentrarse, hiperactividad, intestino irritable y problemas con la memoria de corto plazo. Si usted presenta algunos de los síntomas anteriores y comienza a tomar melatonina, no debería sorprenderle que al cabo de un tiempo, esos síntomas desaparecieran. Asimismo, si es mujer y ha consumido clonazepam por tiempo prolongado, valdría la pena que se practicara una mastografía, porque podría estar en riesgo de desarrollar cáncer de mama.
Antipsicóticos: drogas con efectos imposibles de calcular
Pero veamos ahora lo que sucede con los fármacos clasificados como antipsicóticos.
Aquí el panorama es desolador, porque resulta que en no pocos casos, el efecto intencional no ha sido bien calculado. Y se entiende, porque ¿cómo alguien podría determinar con exactitud la actividad serotoninérgica que debe tener el cerebro humano? Simplemente no puede, o al menos hasta ahora no se ha podido descubrir el secreto de ese intrincado mecanismo. Y cualquier científico con suficiente ética y un poco de sentido común, no debería elaborar un fármaco que no sabe hasta donde va a aumentar la serotonina de un semejante, como para provocarle un síntoma que se supone debería suprimir.
Efectivamente, querido lector, ha leído usted bien y yo no estoy tergiversando los hechos: los medicamentos psiquiátricos que han sido diseñados para suprimir alucinaciones, delirios y otros síntomas psicóticos que se supone deberían corregir, pueden provocar esos mismos malestares. Cuando el psiquiatra a cargo combina varios antipsicótios, o cuando las dosis de uno de ellos son mayores de las que un organismo en particular puede tolerar, las cosas pueden salirse de control [6]. Y por más experiencia que se tenga como psiquiatra, y por más que él mismo se considere una eminencia, siempre existe el riesgo de inducir en el paciente, síntomas que anteriormente no tenía, gracias a un efecto secundario mal calculado. ¿Pruebas de ello? En seguida se las proporciono.
Remington y Kapur, Brier, Schmidt y otros, han revisado las pruebas clínicas y preclínicas que apoyan la hipótesis de que las alteraciones funcionales en el sistema serotoninérgico, afectan a múltiples sistemas neurotransmisores, así como los cambios de conducta en la esquizofrenia.
Ellos también han confirmado que la manipulación farmacológica del sistema serotoninérgico puede reducir o empeorar tanto los síntomas positivos como los negativos, la función cognitiva, así como modular la función extrapiramidal [7].
A diferencia del clonazepam, en donde el efecto calculado es la adicción a las benzodiazepinas, los antipsicóticos crean dependencia, por medio de la producción de un conjunto de síntomas desagradables conocidos como síndrome de abstinencia. ¿Intencional? Después de haber leído a los gigantes de la neuropsicofarmacología, creo que si alguien llegó a calcularlo, falló por mucho. Como quiera salió ganando, porque una sustancia que produce malestares en los periodos de abstinencia, induce en el individuo una gran ansia por volver a consumirla. ¿No es eso un negocio redondo para el fabricante del fármaco en cuestión?
Pero nuestra misión aquí no es hacer cuentas de cuánto se estarán llevando a la bolsa los magnates de la BigPharma, sino ayudarle a usted a superar ese síndrome que lo ha vuelto dependiente, pero que ahora, después de haber leído estas líneas, ha decidido vencer con una gran determinación.
Si razonamos de una manera similar a como lo hicimos con el clonazepam y la melatonina, la pregunta que conviene plantear ahora sería: ¿Cuál es el nutriente que más se agota después de haber estado tomando durante mucho tiempo un determinado antipsicótico? Para dar respuesta a esta cuestión, tenemos necesariamente que analizar cada uno de los antipsicóticos por separado. Pongamos por ejemplo el caso de la clozapina (Clopsine sería una marca representativa que contiene a la clozapina como principio activo).
La clozapina: cómo librarse de ella sin morir en el intento
La clozapina agota el triptófano que hay en nuestro organismo [8], por lo que parece sensato administrar este aminoácido, si lo que se quiere es dejar de tomar este antipsicótico en particular. Y por favor, nunca vaya a suspender de un día para otro, la ingesta de un antipsicótico como éste. La retirada de este tipo de fármacos se hace de manera gradual, tal y como se indica en la receta mejorada para la esquizofrena, en la Receta alternativa para la autocuración del trastorno afectivo bipolar, o en cualquiera de las recetas de los demás trastornos de personalidad que aparecen en nuestra sección Descargar Recetas.
Observe cómo aparece en la ficha técnica del Clopsine, el delirio como un efecto secundario. Aunque los representantes legales de PsicoFarma hayan clasificado a este efecto secundario como raro, no hay que perder de vista lo que los gigantes de la neuropsicofarmacología descubrieron cuando revisaron el papel de la serotonina en la esquizofrenia (obra citada párrafos atrás).
Y para poner al descubierto aún más los peligros a los que se expone un paciente que ha creado dependencia a la clozapina, ponga usted mucha atención a lo que han declarado Morrison y otros [9], en relación al efecto secundario de la agranulocitosis:
«La clozapina se hubiera sumado a la larga lista de experimentos médicos fallidos si algunos investigadores americanos no se hubieran dado cuenta de que, a pesar de todo, podía ser útil como tratamiento de pacientes que sufrían parkinsonismo grave y discinesia tardía. Estos científicos descubrieron que, evaluando la sangre de los pacientes a intervalos regulares, podían detectar la agranulocitosis en una fase suficientemente inicial como para prevenir la muerte. (Éste es el motivo por el cual, si le dicen que tome clozapina, le realizarán un análisis de sangre cada una o dos semanas)».
La agranulocitosis es una escasez de granulocitos, un tipo especial de glóbulos blancos que apoyan al sistema inmunológico con una variedad de compuestos. No se necesita ser un experto en neuropsiquiatría para darse cuenta del peligro que implica una falla en este importante mecanismo de defensa. Dudo mucho que un psiquiatra quiera confesarle todo esto a un paciente, o al familiar de aquel que ha sido recetado con clozapina sin mayores averiguaciones, porque sin duda se quedaría sin clientela. Yo le recomiendo leer las fichas técnicas de todos los medicamentos que le haya recetado un señor de bata blanca, sobre todo tratándose de un psiquiatra.
Si uno no lee el manual de su celular o de su equipo multimedia, no pasa nada; pero eso de confiar a ciegas en lo que le diga un doctor Jekyll cualquiera, sin consultar las fichas técnicas de lo recetado, creo que implica un riesgo menos calculado que el de los errados químicos farmaco-biólogos creadores de este cuarto jinete del apocalipsis.
La olanzapina podría estar causando una deficiencia nutricional de glicina
La dosis del suplemento a administrar dependerá del antipsicótico que se esté usando, y por ningún motivo se deberá asumir que el triptófano es el apropiado en todos los casos. Hay situaciones muy concretas en que conviene administrar otro suplemento, a la hora de retirar el fármaco en cuestión.
Así por ejemplo, los síntomas que la olanzapina debe mejorar, podrían mejorar aún más al añadir glicina al tratamiento, y aunque el triptófano no está contraindicado, la glicina es la mejor opción cuando se está intentando reducir paulatinamente las dosis de este otro antipsicótico [10]. Honestamente, no podría asegurar que el síndrome por abstinencia de olanzapina lo hayan calculado los laboratoristas de las Big-Pharma, pensando en agotar deliberadamente la glicina de sus consumidores.
Quiero pensar que si los fabricantes de clonazepam consiguieron volver adictos a sus clientes, agotando su melatonina endógena, y si los creadores de la clozapina calcularon mal y provocaron una dependencia por agotamiento de triptófano, entonces es posible que la glicina exógena ayude a liberar a un paciente de la olanzapina.
Metformina: la OMS la recomienda. ¿Y usted, se la recomendaría a su ser querido?
¿Y cómo le vendría a usted un fármaco ideado para tratar la diabetes tipo 2? ¿Porqué será que los médicos les dicen a sus pacientes que tendrán que tomar la metformina de por vida? ¿Será verdad eso de que la diabetes no tiene cura y que lo único que se puede hacer es controlar los niveles de glucosa? Veamos que opciones hay para esas víctimas de la Organización Mundial para la Desinformación de Clientes Asiduos al Negocio de la Salud (OMDCANS, por sus siglas en español).
Sería un descaro de parte de las autoridades de la Organización Mundial de la Salud (OMS), si crearan una institución como la OMDCANS, porque aunque no existe como tal, vaya que se dedican a desinformar a las masas. Si los dirigentes de la OMS actuaran en pro de la salud de sus semejantes, no habría necesidad de estar revelando el fraude que está cometiendo el actual sistema de salud, al estar desinformando permanentemente, a los que están buscando un verdadero remedio para su enfermedad (la de los pacientes, no ese Trastorno de Ambición Desenfrenada de Poder que aqueja a cada autoridad sanitaria).
Como cabría esperar, la metformina está incluida en la Lista Modelo de Medicamentos Esenciales de la OMS, apartado 18.5: «Insulina y otros antidiabéticos», página 24 de la edición de marzo de 2007. En un esquema de regulación sanitaria diseñado así, se podría decir que la metformina cuenta con todo el apoyo de la OMS para acabar prácticamente con la vitamina B12 y el ácido fólico que tiene usted en su organismo, y que en principio lo defiende de (acomódese bien porque ahí le va la lista de todo lo que puede padecer si ya tiene tiempo tomando metformina):
- Anemia
Fatiga crónica
- Debilidad
- Estreñimiento
- Pérdida de peso
- Neuropatía
- Depresión
- Confusión mental
- Pérdida de memoria
- Sarpullido
- Inapetencia
- Boca adolorida
- Lengua inflamada
- Incontinencia
- Problemas cardíacos
- Gingivitis (sangrado de encías)
- Irritabilidad
¿Quería usted bajar de peso tomando metformina? Piénselo dos veces, porque va a adelgazar a un precio muy elevado, según se infiere de la lista anterior. Mejor échele un vistazo a esta otra entrada en nuestro índice temático: «Receta para adelgazar: azúcar no, suplementos sí«, en donde encontrará una fórmula que contiene entre otras cosas, ácido alfalipoico, un nutriente mucho más efectivo que la metformina y con un efecto calculado no por un laboratorio farmacéutico, sino por la naturaleza.
Todo ese conjunto de malestares, que bien podrían clasificarse como efectos secundarios, son más bien una consecuencia de la deficiencia nutricional de Cobalamina (B12) y ácido fólico (B9) ocasionada por la metformina. Pero en este caso, ¿cuál sería el procedimiento a seguir para dejar de ser esclavo de la metformina? Sustituirla de manera gradual por un tratamiento natural basado en las vitaminas B12, B9 y otros suplementos alimenticios. Pero para conformar un tratamiento como éste, es indispensable detectar, además de las deficiencias nutricionales ocasionadas por la metformina, aquellas que están ocasionando que su nivel de azúcar en sangre esté muy elevado. Hay una serie de preguntas que tendría que contestar el paciente para poder confeccionar una receta acorde con su individualidad bioquímica. Se requiere de una consulta para perfeccionar la receta genérica que ya hemos publicado y que usted puede descargar aquí mismo.
Conclusiones
Calculados o no, los efectos de una droga legal o ilegal, van a agotar invariablemente uno o más nutrientes que su cuerpo necesita para estar saludable, y las prácticas de la medicina alopática, si bien están ayudando a que el consumidor promedio se sienta mejor en cuestión de horas, y a veces hasta en minutos, a la larga están deteriorando su salud veladamente, aunque ello se nota hasta que ya es demasiado tarde. Porque lo que realmente le importa al sistema de salud tradicional, no es tanto la salud del prójimo, sino qué tanto le reditúa la gente enferma.
Un negocio no puede sobrevivir sin clientes, y cada persona que se cura es un cliente menos. El punto aquí es que la salud debe ser un servicio, no un negocio; pero mucha gente sin principios se ha empeñado en comercializar la enfermedad. Esa es la razón por la cual la Fundación MicroMédix se esfuerza para solventar sus gastos con las donaciones de sus pacientes. Después de curar a un paciente, lo primero que deseamos es que no regrese, porque su regreso significaría un incumplimiento de nuestra misión. Y en vez de decir «hemos perdido un cliente», apostamos a que hemos ganado un amigo, cuya recomendación hará que otros quieran donar también por recibir un servicio que lejos de ser un negocio, constituye una manera digna de ganarse la vida. Y en lugar de ver a nuestros semejantes como prospectos, nos esmeramos por comprender el sufrimiento de esos seres humanos que ya se dieron cuenta de que estaban siendo víctimas de una desinformación que enferma para dominar, una desinformación que confunde e infunde miedo para lucrar a expensas de las masas [11].
«La droga es el producto ideal… La mercancía definitiva. No hace falta literatura para vender. El cliente se arrastrará por una alcantarilla para suplicar que le vendan…El comerciante de droga no vende su producto al consumidor, vende el consumidor a su producto. No mejora ni simplifica su mercancía. Degrada y simplifica al cliente»… William Burroughs.
© Sergio López González. Fundación MicroMédix. 23 de febrero de 2017
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REFERENCIAS
[1] Ghislaine Lanctot. La Mafia Médica. Cómo salir con vida de la prueba y recuperar salud y prosperidad. 2008 Ediciones Vesica Piscis
[2] Lynn Payer. Disease-Mongers. How Doctors, Drug Companies and Insurers are Making you Feel Sick. Wiley. 1994
[3] Carl Elliot. White Coat, Black Hat: Adventures on the Dark Side of Medicine. Beacon Press, 2010.
[4] Ray Moynihan & Alan Cassels. Selling Sickness. How drug companies are turning us all into patients. Allen & Unwin. 2005
[5] Stargrove, Treasure & McKee. Herb, Nutrient, and Drug Interactions: Clinical Implications and Therapeutic Strategies, pág. 772. Elsevier. 2008
[6] Gary Remington and Shitij Kapur. Antipsychotic Dosing: How Much but also How Often? Schizophrenia Bulletin. 2010 Sep; 36(5): 900–903
[7] Página oficial de la American College of Neuropsychopharmacology: Bryan L. Roth and Herbert Y. Meltzer.
The Role of Serotonin in Schizophrenia; https://www.acnp.org/g4/GN401000117/CH115.html
[8] Pelton, Lavalle, Hawkins, Krinsky. Drug-Induced Nutrient Depletion Handbook. Lexi-Comp; 2nd Ed., 2001
[9] Anthony P. Morrison, Julia C. Renton, Paul French y Richard P. Bentall. ¿Crees que estás loco?, Piénsalo dos veces. Recursos para la terapia cognitiva de la psicosis. 2010, Herder Editorial, S.L., Barcelona
[10] Heresco-Levy U, Ermilov M, Lichtenberg P, et al. High-dose glycine added to olanzapine and risperidone for the treatment of schizophrenia. Biol Psychiatry 2004;55:165-71.
[11] Miguel Jara. La salud que viene: Nuevas enfermedades y el marketing del miedo. Ediciones Península S.A. 2009