Terapias Naturales

Recetas con Medicina Ortomolecular de Precisión

Por qué unos pacientes se alivian y otros no: las diez claves de un tratamiento exitoso

6 comentarios

Mi intención en esta entrega es ahondar en todo lo que los pacientes y sus familiares pueden hacer, para convertir el tratamiento que están siguiendo en un caso de éxito.
Conviene entender que mientras más propicio sea el entorno del paciente, más oportunidades tendrá su caso de convertirse en uno de éxito. La epigenética tiene que ver con ese entorno, y es todo aquello que puede hacer que alguien enferme o permanezca sano, independientemente de si ha heredado o no, cierta predisposición para desarrollar una enfermedad.

La manera y el momento en que un determinado gen se expresará (activará), no depende exclusivamente de si los antecesores del enfermo padecieron la enfermedad asociada a ese gen, sino también del entorno en el que se desarrolla el individuo en cuestión.

Así, para que un paciente se alivie, deberán darse de manera simultánea ciertas condiciones favorables en su entorno. Malcom Gladwell llama a esas condiciones oportunidades [1], y es preciso que uno encuentre la manera de que esas oportunidades se presenten para que suceda «el milagro».  No espere a que Dios haga todo el trabajo. Dios es guía; pero no determina. De ahí que nos haya otorgado el don del libre albedrío. Y si el hecho de que varias condiciones se den al unísono significa que ha ocurrido un milagro (un logro extraordinario diría Gladwell), entonces los milagros son el resultado de una obra colaborativa entre la divina providencia, y lo que hemos logrado con lo que el libre albedrío nos ha impulsado a hacer.

La cuestión entonces es cómo cada uno de nosotros hace uso de ese libre albedrío, para crear un entorno más propicio, con más oportunidades de éxito. A continuación expongo varias formas de ejercer ese don que Dios nos dio, para conseguir un logro extraordinario en medio de una epigenética más favorable.

1) Hacer todo lo que esté a nuestro alcance para que el paciente crea en la eficacia de su tratamiento y participe activamente en el proceso curativo

Ya quedaron atrás los días en los que el médico o cualquier otro profesional de la salud, era el único en quien recaía la responsabilidad de curar al enfermo. Actualmente ya es un hecho que las tasas de recuperación aumentan cuando los pacientes se involucran con los posibles remedios que existen para su enfermedad. La Internet, las redes sociales y los grupos de conversación (chat) colaborativos que permiten configurar los teléfonos inteligentes, han cambiado la forma en la que la gente ejerce su libre albedrío. Asimismo, cuando los pacientes se interesan en los detalles de cómo trabaja un determinado nutriente o cómo actúa una sustancia activa de alguna planta medicinal sobre su dolencia, su mente se modifica y pone en marcha un mecanismo de respuesta a la relajación, que se traduce en un auténtico cambio fisiológico. El efecto placebo inducido por el conocimiento adquirido y una mente llena de expectativas positivas en relación a un tratamiento y la atención nutricia, son las formas más usuales de conseguir un cambio de esa naturaleza [2].

Hoy en día la conexión mente-cuerpo ya no está a discusión. Es un recurso que se encuentra a nuestra disposición para que lo explotemos en pro de nuestro bienestar, y si un médico le aconseja no acudir a la Internet en busca de ayuda, aléjese de él, porque de lo contrario estará usted desaprovechando una de las más grandes ventajas que ofrece hoy, la era del conocimiento. Haga lo mismo o consulte el artículo que publiqué sobre las creencias y el coraje de vivir, si alguien le dice que su mal no tiene remedio, o que tendrá que tomar un medicamento por el resto de su vida.

El enfermo que más se involucra en el proceso terapéutico que se le ha propuesto, es el que más probabilidades tiene de sanar, siguiendo un tratamiento en el que cree y consultando a un profesional de la salud que lo trata con auténtico interés, y que se esfuerza en entender lo que su paciente entiende y de la forma en que él o ella lo entiende (atención nutricia). No obstante, habrá casos  en los cuales el paciente no podrá hacerse cargo de su salud; ¿o acaso alguien que está escuchando voces constantemente puede saber exactamente en qué momento debe tomar tal o cual suplemento?

Por muy madura e inteligente que sea una persona con un problema como éste, no va a poder estar al tanto de todas esas cosas que nosotros damos por sentado, y mucho menos tomar decisiones sobre el nuevo paso que hay que dar para sentirse mejor. Es en este punto en donde yo esperaría el apoyo de los familiares del paciente.

2) Crear un entorno de empatía alrededor de su ser querido

Si usted estuviera tratando de superar un problema de alcoholismo, ¿le gustaría que un familiar suyo se sentara a la mesa con usted, acompañado de una botella de vino tinto?
Mi intención al formular esta pregunta es invitarlo a que reflexione, en el caso de que usted tenga un familiar al que se le ha prohibido el consumo de lácteos, azúcar y gluten. Si acostumbra consumir algún alimento o bebida que sabe contiene alguna de esas sustancias, en presencia de quien está siguiendo un tratamiento con nosotros, creo que no está siendo muy empático con esa personita a quien usted quiere tanto.

Curiosamente, las familias que se han solidarizado con su ser querido, evitando consumir esos productos  enfrente de él o de ella, son hasta el momento, las únicas que han logrado un tratamiento exitoso.

Si usted le dice a su familiar que no puede tomarse una coca-cola, y usted u otro miembro de la familia se sienta a la mesa con él o ella a beber una de éstas «delicias», o cualquier otro producto chatarra contraindicado, creo que a aquél o a aquélla le va a resultar muy difícil abstenerse de ingerir algo semejante. Lo mejor en estos casos, es no tener en casa esos productos prohibidos, para evitar la tentación que su ingesta puede producir en el enfermo. Si realmente quiere que su familiar se recupere rápidamente, predique con el ejemplo. Lo mismo aplica si sucede que usted es el paciente: pídales empatía a los demás miembros de su familia.

3) Procurar un ambiente familiar lleno de paciencia y comprensión

¿Recuerda usted el caso de Armando? Si usted me ha estado siguiendo con regularidad, recordará que hice hasta lo indecible para que se sintiera implicado en su problema, motivándolo para que se diera cuenta de que entre más comprendiera los porqués de su esquizofrenia paranoide, más rápido dejaría de escuchar las voces que tanto lo atormentaban.

Sin embargo, él ya no podía concentrarse lo suficiente como para tomar el control de la situación. Sus ataques de ansiedad, el aturdimiento que le ocasionaban sus voces, así como su obsesión por comprender el problema de la salvación que plantea la biblia en algunos de sus pasajes, hacían imposible que pudiera estar al tanto de los detalles del tratamiento. En otros dos casos también de esquizofrenia, los familiares de nuestros pacientes nos llegaron a decir que su ser querido tenía que hacerse responsable de tomar sus suplementos y medicamentos a la hora indicada y en las cantidades prescritas, «porque ya no son niños a los que se les tenga que estar diciendo lo que tienen qué hacer».

El que esté yo de acuerdo o no con esa postura, depende del contexto en el que nos encontremos, porque si el paciente no padece de un trastorno psicogénico como el que mencioné en un párrafo anterior, seguramente estaría completamente de acuerdo en que él o ella misma se hiciera cargo de la administración, tanto de sus nutrientes como de sus medicamentos. Siendo este el caso, estaría contradiciéndome si no comulgara yo con la opinión de estos dos familiares, según lo que comenté anteriormente, en relación a la colaboración activa del paciente en el proceso terapéutico.

Pero insisto, ¿cómo puede uno exigirle a un ser humano sin lucidez mental, asiduidad y exactitud con la ingesta de sus suplementos? Lo más sensato es no hacerlo. Esa situación la viví yo cuando lidiaba con la esquizofrenia de mi hijo, y es por eso que le hablo con el corazón en la mano. No se necesita ser un dechado de virtudes para darse cuenta de que una persona afectada de sus capacidades cognitivas, no puede manejar casi nada. En mi opinión, lo que se necesita en estos casos, además de sentido común, es paciencia, empatía y eso sí, un gran coraje y una determinación férrea para abstenerse, entre otras cosas, de «tirar la toalla».

En este orden de ideas, estamos ante un caso en el que los padres o los familiares que están al cuidado de pacientes con este tipo de trastornos, tienen que hacerse cargo de la administración tanto de los suplementos como de la medicación de su ser querido, al menos mientras él o ella no esté lo suficientemente lúcido(a) como para responder por su salud. Créame, no es una buena idea sobrestimar la capacidad cognitiva de un paciente con esquizofrenia o un trastorno similar, como tampoco lo es el subestimar los efectos de la enfermedad misma.

4) No subestimar los efectos de un trastorno psicogénico

Una esquizofrenia, un trastorno bipolar, un trastorno obsesivo-compulsivo, un autismo, o cualquier otro trastorno mental, no debería ser visto por los familiares del paciente, como una exageración o una forma de llamar su atención. Cuando menos eso no tiene necesariamente que ser así.
No dudo de que haya personas que deseen sentirse «apapachadas» por sus seres queridos o que quieran llamar su atención a toda costa, con tal de ganarse su aceptación o de sentirse más seguros al ser cobijados por la persona que está a su lado, lo cual de todas maneras ya constitute en sí mismo un síntoma de que algo anda mal en la relación, ya sea esta paternal o de pareja.
Como quiera que sea, si existe un comportamiento extraño en su ser querido, procure atender el problema lo antes posible, porque podría ser que en la desesperación de ver a su hijo(a) conversando o riendo a solas, o simplemente con un comportamiento no habitual en él o ella, decida usted internarlo(a) en uno de esos infiernos psiquiátricos que todo mundo sabe son la antesala de la farmacodependencia.

5) Evitar hasta donde sea posible que el paciente caiga en la farmacodependencia

¿Considera usted que un farmacodependiente difiere mucho de un drogadicto o un alcohólico?
Entiéndase por drogadicto a un individuo que ya no puede dejar de consumir una droga de las llamadas ilegales, y por farmacodependiente aquel que ya no puede dejar de consumir un fármaco (droga legal). En ambos casos, los periodos de abstinencia ocasionan una serie de síntomas tan desagradables en el afectado, que lo impulsan a reincidir para calmar la angustia que le ocasiona la carencia de la droga en cuestión.

Estrictamente hablando, las drogas ilegales ocasionan adicción, los fármacos producen dependencia en el paciente. Y aunque parezca increíble, esa es la única diferencia. Por lo demás, ambas son igual de nocivas para la salud, en el sentido de que una vez que son probadas por el enfermo, difícilmente las puede dejar de consumir. Es en este punto en donde el libre albedrío deja de ser un regalo de Dios, para ser sustituido por un fármaco del infierno. ¿Le parece que estoy pecando de sensacionalista al referirme a un antipsicótico como un fármaco del infierno? (un antipsicótico es el fármaco que usan los psiquiatras para enmascarar los síntomas psicóticos). ¿Alguna vez ha visto a su hijo catatónico o moviéndose continuamente de un lado a otro de una habitación, maldiciendo a los vecinos por estar haciendo ese insoportable ruido que no lo deja descansar? ¿Alguna vez un miembro de su familia le ha dicho que se quiere suicidar o unos padres le han contado cómo su hijo se ha intentado quitar la vida, cortándose las venas o aventándose desde una azotea, por ser incapaz de soportar el consabido síndrome de abstinencia?
Los psiquiatras le andan diciendo a todos los familiares de sus pacientes que si abandonan uno de los antipsicóticos que están tomando, corren el riesgo de atentar contra su vida. Pero lo que estos mercaderes del terror andan pregonando como si de un rito religioso se tratara, es que esas tendencias suicidas son parte de su enfermedad (típicamente de una esquizofrenia), cuando la verdad es que esas tendencias forman parte del síndrome que ese antipsicótico produce como resultado de su abstinencia.

¿No me está creyendo? En mi artículo «¿Fármacos de por vida? Evitando ese efecto que de secundario no tiene nada«, he documentado cómo es que un fármaco crea dependencia en el paciente, agotando los nutrientes que realizan la función que el fármaco se supone debe desempeñar. A este fenómeno lo he denominado efecto calculado, que no es otra cosa que una iatrogenia intencional (véase también: Maquiavelo y el príncipe de la salud, también de mi autoría).
¿Quiere saber más sobre los fármacos del infierno para comprobar que no estoy exagerando la nota? Los pilotos suicidas japoneses (kamikazes) de la segunda guerra mundial, sirvieron de conejillos de indias a sus psiquiatras connacionales, a efecto de probar cómo respondían a los cocteles psicotrópicos, aquellos que más tarde se inmortalizarían como héroes de guerra. A las pruebas lo remito.

6) Si su ser querido ya ha caído en la farmacodependencia, por favor no la aumente con cocteles kamikazes

¿Cuánto tiempo lleva usted lidiando con psiquiatras y tomando antipsicóticos, ansiolíticos y antidepresivos sin haber conseguido resultados satisfactorios? Y lo más importante de todo, ¿Cuánto tiempo más va a continuar haciéndole caso al psiquiatra, para perpetuar el daño que los psicotrópicos le estan haciendo a usted o a su ser querido? ¿Qué necesita usted para darse cuenta que la psiquiatría tradicional no le va a resolver el problema?

Los dos problemas más serios que ocasiona la administración de un cóctel de psicotrópicos (una combinación de antipsicóticos, ansiolíticos y antidepresivos) son el síndrome de abstinencia y los efectos secundarios derivados de la mezcla indiscriminada de los mismos, incluidas las tendencias suicidas y la muerte súbita. Si para nosotros es un problema multidimensional, el estar aminorando los efectos secundarios de esos cocteles de medicamentos, imagínese lo que será para un padre o una madre, ver a su hijo saturado de síntomas que ni siquiera presentaba cuando recién comenzó con su tratamiento psiquiátrico.

Porque lo que en principio son síntomas de una enfermedad, más tarde se fundirán y confundirán con angustia, hiperactividad, obesidad, acatisia, disquinesia, agresividad, catatonia, parkinsonismo y hasta convulsiones, que son todos ellos efectos secundarios producidos por uno o más antipsicóticos. Las combinaciones suelen ser tan nefastas que ni los mismos psiquiatras son capaces de distinguir entre los síntomas propios de la enfermedad, y los que producen los psicotrópicos.

Lo más irónico del caso es que mientras que en todos los tratados de farmacología se estipula que las dosis de los psicotrópicos nunca deben ser cambiadas o disminuidas de manera abrupta, parece que a los psiquiatras no les importara ese tipo de recomendaciones, pues suben y bajan las dosis como si tratara de aspirinas. Cuando recién comencé a tratar a Ramón, su psiquiatra le estaba prescribiendo la siguiente combinación (véase el caso de Don Chema y su hijo Ramón): Clozapina (antipsicótico), Venlafaxina (antidepresivo), Propralonol (beta-bloqueador), clonazepam (ansisolítico) y Clopixol (antipsicótico).

No tengo palabras para describir lo que esa señora de bata blanca le está haciendo a este muchacho. Si usted ya tiene un familiar con un problema similar, creo que sabe de sobra a lo que me refiero.
Ahora que si usted está considerando seriamente el medicar a su hijo o hija con alguno de esos psicotrópicos que acostumbran usar los psiquiatras para mantener a sus pacientes como autómatas, con miras a seguir lucrando con el sufrimiento ajeno, considero de vital importancia el hacer de su conocimiento que existen otras alternativas más limpias, de mayor actualidad y sobre todo, libres de efectos secundarios.

La psiquiatría ya no convence ni a esa gente que antes se postraba delante de una caja idiota para entretenerse, creyendo en la farsa de un sistema corrupto y cargado de anuncios sin consenso de opinión. La gente de la era del conocimiento ya está mejor informada, porque ahora la caja está dotada de inteligencia, de consenso, de conocimiento y de apertura a un mundo que no se deja seducir por una industria farmacéutica inflada de mercadotecnia y publicidad; un mundo que está volviendo a encontrarse con esa fuerza divina llamada naturaleza que le ha dado vida a miles de medicamentos sintéticos, cuyas propiedades fueron obtenidas en un laboratorio a partir de las sustancias activas de unas cuantas plantas medicinales que hoy sabemos producen mejores resultados, que su versión patentada repleta de efectos secundarios (las plantas medicinales no se pueden patentar, y por lo tanto no producen dividendos).

7) No albergar la ilusión de que los nutrientes son productos milagro

La medicina ortomolecular (la que está basada en la administración de dosis terapéuticas de nutrientes) y la fitomedicina (la que está basada en las propiedades terapéuticas de las plantas medicinales) no funcionan como la medicina alopática. Y no sabe cuánto me alegro de que así sea.

Ya en otras publicaciones he señalado que para recuperarse completamente de una enfermedad, recurriendo a esas dos medicinas alternativas, es menester poseer más megadosis de paciencia que de nutrientes. Aunque existen suplementos que sí reducen rápidamente algunos síntomas, no espere usted que «el milagro» del que hablaba yo en párrafos anteriores, suceda de la noche a la mañana. A diferencia de esos productos milagro que hay por ahí, nosotros no estamos creando falsas expectativas para vender ilusiones. Las sanaciones espontáneas se dan; pero hemos visto también en otras entregas, que estamos conscientes que que éstas son más bien un producto del poder mental y la respuesta a la relajación que el efecto placebo induce en el individuo, que del tratamiento o de la sustancia terapéutica en sí (véase El Efecto Placebo y el Poder Curativo de la Nutrición, también de mi autoría).

No desespere si su familiar o usted mismo no responden inmediatamente al tratamiento que le hemos recomendado, sobre todo si su padecimiento es muy añejo o si ha desarrollado farmacodependencia. Personas diferentes requieren nutrientes diferentes, y tal vez lo que se necesita es un ajuste en las dosis, una revisión de la calidad de los nutrientes que está usted tomando, o simplemente una actualización de su receta (la receta que usted descargó es posible que haya sido mejorada con motivo de algún conocimiento recién descubierto en la literatura biomédica). Le recuerdo que en la Fundación MicroMédix no paramos de investigar, porque cuando un paciente no responde al tratamiento que le hemos propuesto, ese hecho nos compromete y obliga a buscar una alternativa más adecuada para esa persona en particular. Después de todo, a las personas que están esperando que un tratamiento les funcione, se les llama pacientes. ¿No será porque si se desesperan, estarían desaprovechando una gran oportunidad de aliviarse?

8) Administre usted los nutrientes y las dosis recomendadas, con la frecuencia y en el tiempo sugeridos

Hace unos días un paciente con síntomas de retraimiento social, ansiedad y ciertos delirios me envió un mensaje vía whatsApp, avisándome que no podía dormir ni con la melatonina, ni con el magnesio ni con el té de azahar. Lo primero que pensé al ver su mensaje fue que yo no le había recomendado el té de azahar. Cuando prendí mi computadora para consultar su archivo clínico, en la receta que le había yo enviado por correo electrónico después de nuestra primera consulta, justo debajo de la columna que tenía como encabezado la leyenda «antes de dormir», decía: inositol, zinc, magnesio, GABA, glicina y triptófano. Curiosamente, no aparecía la melatonina. Una de dos, pensé, «o este muchacho ya no está muy lúcido, o le está haciendo caso a su abuelita en lugar de a la receta que yo le recomendé.» No podía yo explicarme cómo era posible que un chico de escasos veintitantos años no pudiera dormir con tres gramos de inositol, un gramo de GABA y uno más de triptófano. Al parecer, supuso que eran muchas cosas las que tenía que tomar y que las dosis eran muy grandes, y le dio miedo que algo malo le pudiera pasar. Y efectivamente así fue, pues no pudo dormir en toda la noche.

Hace  aproximadamente unas tres semanas, el papá de Erick, uno de mis pacientes que estaba sufriendo un síndrome de abstinencia durante un protocolo de reducción gradual de olanzapina, me llamó por teléfono muy consternado para decirme que el tratamiento no estaba funcionando porque no lograba calmar a su hijo con nada. Cuando le pregunté si le había dado la glicina por la vía sublingual, me dijo que no, y que se le dificultaba mucho el tener que darle las microdosis de Akuamma cada hora, y los aminoácidos necesariamente media hora antes de cada alimento. El tono de su voz cambió cuando le pregunté por qué no le había dado la glicina como se lo había sugerido, y después de que le expliqué que los aminoácidos se aprovechan mejor con el estómago vacío.

Cuando el profesor comenzó a darle la glicina como se lo había indicado, en las dosis y la periodicidad correctas, por la vía sugerida y a las horas establecidas en su receta, comprendió que una esquizofrenia requiere de un esfuerzo más que significativo. Al final del día su hijo se tranquilizó y las aguas volvieron de nuevo a la normalidad.
Tanto el profesor como algunos otros pacientes me han llegado a decir en repetidas ocasiones, que les preocupa el hecho de que sus hijos puedan llegar a intoxicarse con tantas vitaminas, minerales, aminoácidos y ácidos grasos esenciales.

La conversación telefónica que sostuve en una ocasión con Don Chema, poco después de haber iniciado el tratamiento de su hijo Ramón, transcurrió más o menos así:
-¿Sabe usted la cantidad de suplementos que tomaban Abram Hoffer y Linus Pauling? -Le pegunté cuando supe que le preocupaban los efectos que en su hijo podría tener la ingesta de alrededor de una docena de nutrientes en dosis ortomoleculares (terapéuticas).

-¿Y quienes eran esos dos señores?
-Hoffer y Pauling fueron dos de los exponentes más respetados de la medicina ortomolecular en el mundo.
-Bueno, entonces ellos deben haber tomado una gran cantidad de vitaminas y minerales durante toda su vida para mantenerse sanos, ¿no es así? -Me dijo Don Chema como queriendo insinuar que alguien que promueve algo, debe predicar con el ejemplo.
-Así es Don Chema. ¿Y cree usted que fuera una coincidencia el que Hoffer haya fallecido a los 92 y Pauling a los 93? La mayoría de los pioneros de la medicina ortomolecular han sido muy longevos, lo cual habla muy bien de los beneficios de las dosis terapéuticas de los nutrientes.
-Pero dígame una cosa ingeniero, ¿Por qué entonces los frascos de la mayoría de las vitaminas y minerales, tienen una leyenda que dice no exceder la dosis recomendada?

-Porque la dosis que un laboratorio establece como máxima corresponde a la que los organismos reguladores establecen por ley, no a la que un profesional de la medicina ortomolecular recomendaría como terapéutica. Los organismos como la FDA en EUA y la COFEPRIS en México, dictaminan las normas de manera de no afectar los intereses de la industria farmacéutica y sus correspondientes patentes alopáticas.

-Pero a ver Don Chema, ¿ha leído usted las fichas técnicas de cualquiera de los antispsicóticos que le está dando a su hijo?, porque me imagino que si tuvo curiosidad por leer la etiqueta de los suplementos y encontró la consigna de «no exceder la dosis recomendada», también le va a inquietar el saber cuál debe ser la dosis máxima recomendada por el laboratorio que ha fabricado el psicotrópico que su hijo está tomando, ¿o me equivoco?

-Pues no, no acostumbro leer las fichas técnicas de esos medicamentos
-Me está usted diciendo que le preocupan más la cantidad y las dosis de vitaminas y minerales que su hijo está tomando ahora, que las dosis y el tipo de psicotrópicos que ha estado ingiriendo en todos estos años?
-Pues no, no exactamente, -Alcanzó a decirme en tono vacilante
-¿Y me puede decir por qué no lee las fichas técnicas de los medicamentos, como acostumbra hacerlo con las etiquetas de los frascos de las vitaminas y los minerales?

Don Chema no pudo encontrar una razón que justificara su confianza ciega en la excelentísima señora de bata blanca que había estado intoxicando a su hijo por años; pero casi estoy seguro que ya las está leyendo, de lo contrario no le hubiera pedido a esa mercenaria, reducir el coctel de psicotrópicos que estaba tomando Ramón, a uno que ahora consiste de clozapina, haloperidol y clonazepam. Al menos ahora ya solo son tres, en lugar de los cinco que tenía anteriormente.
Y usted, querido(a) lector(a), ha leído alguna vez las fichas técnicas de los medicamentos que su médico le receta, o confía plenamente en su «sabiduría»?  (me refiero a la del médico, no a la suya).

¿Se identifica usted con el tipo de persona que le tiene una fe ciega a todo lo que un médico le receta, o ya forma parte del clan de espíritus penetrantes que sí nos animamos a decir lo que alcanzamos a vislumbrar en relación al sistema tradicional de salud mental?

9) Contemplar la posibilidad de practicar una medicina integrativa, en lugar de una cien por ciento alternativa

Si el paciente ya desarrolló una farmacodependencia muy aguda y cada vez que intentamos reducir las dosis de sus fármacos, éste sufre una grave recaída, parecería muy sensato el recurrir a una medicina integrativa que combine dosis mínimas de fármacos y dosis terapéuticas de vitaminas, minerales, aminoácidos y ácidos grasos esenciales, así como microdosis y/o extractos de plantas medicinales. Una vez que alguien ha caído en la farmacodependencia, las cosas se pueden poner extremadamente difíciles al experimentar un síndrome de abstinencia, y es posible que haya que recurrir a estrategias que si bien no nos llevan a la solución ideal (la medicina alternativa), sí podrían significar una calidad de vida mejor, que la que se podría conseguir internando al ser querido en uno de esos infiernos psiquiátricos.

10) Si usted no está sano, aplace sus demás compromisos hasta que recupere su salud

Comprendo que alguien vaya a trabajar a pesar de haber pescado un fuerte resfriado, porque de eso depende el sustento de su familia; pero hay de enfermedades a enfermedades, y si usted puede apoyarse en su pareja, o tiene la ventaja de que al menos uno de sus familiares puede cuidar de usted mientras supera el mal momento por el que está pasando, creo que vale mucho la pena que se abstenga de cumplir con ciertos compromisos que suponen un nivel de estrés que no está en condiciones de soportar. «Hay un tiempo para todo», dice el Eclesiastés, incluso para sanar.

De la misma manera en que la respuesta a la relajación fomenta la sanación, la respuesta al estrés promueve la enfermedad, y si usted está muy delicado de salud, le conviene dar prioridad a esta situación. Y tendrá tiempo para trabajar o estudiar.
Volviendo al caso de Armando, todo parece indicar que uno de los factores que desencadenó su recaída, fue precisamente el estrés al que quedó sometido, una vez que supo que sus clases de posgrado iban a comenzar. Sus voces lo comenzaron a perturbar de nuevo, frustrando así su sueño de estudiar en los Estados Unidos de América, quedándole como único apoyo económico el que le pudo brindar la autora de sus días, con un modesto empleo, en una de tantas ciudades de ese país vecino.

Por cada oportunidad que usted genere, estará aumentando la probabilidad de alcanzar el éxito del tratamiento. Para comprobar si está generando las oportunidades mencionadas con anterioridad, haga su lista de verificación y sume 10 puntos por cada oportunidad que considere estar creando. Así por ejemplo, si usted está convencido que está cubriendo con las características de siete oportunidades de éxito, la probabilidad de alcanzarlo será del 70%. Ahora que si en un momento dado logra que las diez oportunidades se presenten al unísono, entonces es muy probable que usted consiga un logro extraordinario, sin desentendernos por supuesto de aquella otra parte que debemos conceder a la divina providencia.

«Hemos visto que los logros extraordinarios obedecen menos al talento que a la oportunidad»… Malcom Gladwell
© Sergio López González. Fundación MicroMédix. 30 de Agosto de 2017


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REFERENCIAS

[1]  Gladwell Malcom. Fueras de Serie (Outliers). Por qué unas personas tienen éxito y otras no. Punto de Lectura, 2008.
[2] Rankin Lissa. La Mente Como Medicina: Un nuevo paradigma de salud, medicina y curación.Urano, 2014.

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Autor: micromedix

Sergio López González. Ing. en Informática Biomédica

6 pensamientos en “Por qué unos pacientes se alivian y otros no: las diez claves de un tratamiento exitoso

  1. y ¿ que se hace cuando el paciente no convive con la familia y/o la relacion con ella es pobre o mala ? ¿ por que durante años tratando a un paciente distintos profesionales a ninguno se le ocurre plantear hablar con la familia o convivientes con el paciente si tan importante es ? Ni publicos ni privados ¿ por que en la sanidad publica algunos psicologos plantean como primera opcion de tratamiento la medicacion aun sabiendo que al paciente le sienta mal. Son los profesionales de la salud mental los primeros que invitan a la farmacodependencia con sus recomendaciones y pobres tratamientos

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    • Estimado Dacil:
      Esas mismas preguntas que estás planteando son las que nos motivaron a desarrollar la propuesta que aquí te estamos ofreciendo. Para que veas cuál es nuestra postura ante esas aberraciones del sistema, te recomiendo consultes los vínculos que aparecen en azul en varios párrafos de esta publicación.
      Gracias por tu comentario y bienvenido a esta nueva forma de atención sanitaria.

      Le gusta a 1 persona

      • Gracias por tu respuesta micromedix. Creo que si la frecuencia de las consultas y su duracion fuese mayor no se mandaria medicacion con tanta alegria. Pero para ello hace falta contratar mas profesionales, y esto es dificil cuando el gobierno solo piensa en los meganegocios

        Le gusta a 1 persona

      • Es justamente por eso que existe la medicina alternativa. Por muy gratuito que sea el servicio de salud público, si solo sirve para empeorar la situación con los efectos secundarios que producen los medicamentos sintéticos, pues no tiene mucho sentido seguir acudiendo a sus consultas. La medicina alópata en general (no la psiquiatría), solo sirve en casos de urgencias; pero para aliviarse de una enfermedad crónica, no hay como la alternativa.

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  2. Estoy de acuerdo, pero no existen alternativas gratuitas de tratamiento

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    • Bueno, la medicina alternativa es una forma digna de ganarse la vida, y como yo lo veo, si el paciente se beneficia con el trabajo que hace uno, paga con gusto el esfuerzo realizado por quien le ha devuelto la salud. En una ocasión, uno de nuestros pacientes cuyo caso de estudio se convirtió en uno de éxito, nos manifestó que cuando logró superar todos los pronósticos médicos pesimistas, valoró menos lo que tenía y apreció más lo que era, o lo que podría llegar a ser.

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