Lo que más preocupa de todo este asunto del COVID-19, es que ninguna autoridad sanitaria o la misma Organización Mundial de la Salud (OMS), le esté dando la debida importancia al recurso más preciado que el ser humano tiene para defenderse no solo de los virus que lo pueden atacar, sino de cuanto microorganismo patógeno existe en este enrevesado
planeta. Me estoy refiriendo a nuestro bendi-to y a menudo subesti-mado sistema inmune. Es por eso que desde nuestra trinchera, hemos decidido publicar una receta concebida ya no tanto para combatir el coronavirus que tantos estragos ha estado causando desde finales del 2019, sino para que tú, tu familia, vecino, amigo e incluso los contactos que tienes en las redes sociales, fortalezcan su sistema inmunitario. Esa es la mejor forma de protegerse contra lo inesperado.
No podemos quedarnos con los brazos cruzados esperando a que uno o más excelentísimos señores de bata blanca, descubran una vacuna para el COVID-19, porque para empezar, cuando recién terminen de aplicar la primera miríada de ampolletas, ya el virus habrá mutado a una nueva cepa [1], forzando a que otro equipo de científicos graduados en Harvard, desarrolle esa otra pócima que supondrá la salvación de unos cuantos miles de pacientes inmunodeprimidos. Y es que ese es el patrón que hemos observado a lo largo de las últimas dos décadas, incluidos el brote del SARS-CoV que se dio también en China en el 2003 y la influenza que sufrimos todos los mexicanos en el 2009, por mencionar tan solo dos de las infecciones respiratorias agudas más graves que han tenido lugar en los últimos años.
Puedes hacer mucho más por ti y tu familia, que lavarte las manos y estornudar sobre tu antebrazo
Entiendo que los directivos de la OMS se empeñen en difundir medidas preventivas para evitar al máximo la propagación de este virus potencialmente mortal; pero por favor, creo que son muchas más las cosas que podemos hacer los simples mortales como tú y como yo para evitar el contagio, que lavarnos las manos y buscar cubre-bocas en la farmacia de la esquina, tan solo para descubrir que éstas se han agotado porque algunos especuladores están haciendo su agosto, como si de una final de fútbol se tratara. De hecho, las recomendaciones que hicimos en nuestra publicación
del 7 de marzo de 2016, a propósito de lo que los mexicanos tuvimos que sufrir al enfrentar en el 2009 el virus H1N1 de la influenza tipo A, son prácticamente las mismas que las que ahora está difundiendo la OMS para el COVID-19. Puedes ir a ese vínculo para confirmarlo; pero por favor no me mal interpretes, no estoy sugiriendo que debamos subestimar todas esas medidas higiénicas. Son importantes para evitar el contagio; pero no son suficientes.
Así que sin más preámbulos, te suplico leas con atención lo que sigue para prepararte mejor ante esta guerra que ahora nos toca enfrentar. Y si todavía no estás en cuarentena, en lugar de salir corriendo a la calle en busca de gel antibacterial (el coronavirus no es una bacteria), consigue por favor los suplementos que en seguida estaré recomendando, observando eso sí, las dosis terapéuticas (ortomoleculares) que en tu caso particular apliquen (si eres un infante, un adulto o una persona de la tercera edad; si estás tomando algunos otros medicamentos; si eres mujer y estás embarazada; si padeces de alguna enfermedad; etc.).
Comienza por fortalecer tu sistema inmunitario con vitamina C y manganeso
De todas las vitaminas, minerales, aminoácidos, bacterias buenas y plantas antivirales que he de mencionar aquí, quizás haya algunas que no puedas encontrar en tu localidad. No obstante, consigue lo que puedas y actúa con rapidez porque todavía no sabemos cual pueda ser el alcance de esta plaga.
Hay dos nutrientes que considero vitales para evitar una posible infección viral, y son los que necesita el denominado interferón y las células T de nuestro sistema inmune. Se trata de la vitamina C y el manganeso. El interferón es un mensajero químico en forma de proteína que dicho sistema utiliza para evitar que el virus se replique, interfiriendo de esta manera con su reproducción (de ahí su nombre). La misión principal de las células T es buscar virus en el interior de cualquier célula para etiquetarla como infectada en caso de confirmar la presencia de este tipo de microorganismo, ya que los virus suelen esconderse dentro de los tejidos que en principio se encuentran sanos.
Ese modus operandi se asemeja mucho a lo que la mitología griega quiso que se propalara hasta nuestros días como una estrategia de guerra que recibe el nombre de «Caballo de Troya» (de ahí que en el ambiente informático se les haya llamado troyanos a algunos tipos de virus que se comportan de manera análoga a los virus biológicos). En este orden de ideas y siguiendo con esta analogía, los soldados del ejército enemigo corresponden a los virus, mientras que las células T son los soldados de nuestro ejército de salvación.
Más allá de las señales (interferones) que nuestro ejército utiliza para avisar a sus huestes (anticuerpos, células B, linfocitos y demás células inmunes) que han encontrado un intruso, y de que entre todos habrán de encontrar la manera de exterminarlo, la vitamina C inhibe la neuraminidasa, que es la sustancia que producen los virus para potenciar su replicación. Ese mecanismo de acción es el que utilizan los fármacos antivíricos como el Tamiflu (oseltamivir) para neutralizar los ataques de esos microscópicos enemigos [1] .
Calcio y magnesio
El calcio es necesario para que las células fagocíticas se adhieran a los intrusos y los engullan, así como para destruir los virus y facilitar que la fiebre se produzca. Esto último permite que el sistema inmune trabaje como es debido, ya que la fiebre es un recurso que el cuerpo emplea para contrarrestar el proceso infeccioso, aunque hay que vigilar que la temperatura corporal no exceda los 39 ºC. Y ya que el calcio no debe tomarse sin magnesio, que es igual de importante para hacerse inmune a los virus, va a ser indispensable proveer al cuerpo de este otro mineral, pues el desarrollo del timo y la producción de anticuerpos dependen de él.
Por mucho calcio que tomes, las membranas celulares no podrían resistir las embestidas de los virus si no tomas magnesio. Solo asegúrate de que su proporción sea de 2:1 (dos unidades de Ca por una de Mg).
Hay varias sales de magnesio que puedes tomar, y es importante que elijas aquellas que no te ocasionen malestares estomacales, pues hay a quienes el carbonato de magnesio por ejemplo, les ocasiona flatulencia, o están también aquellos que experimentan agruras o acidez estomacal con el cloruro de magnesio. Tus opciones serían uno de esos dos, el gluconato, el quelato y el citrato de magnesio. El que sí no te recomiendo que tomes es el óxido de magnesio, ya que casi todas las fórmulas basadas en este compuesto químico contienen también aluminio, un metal que no querrás que se acumule en el interior de tu cuerpo (el aluminio en exceso es altamente tóxico).
Las vitaminas A, D3 y E
Por ser precursora de la hormona del crecimiento, la vitamina A es la que se encarga del desarrollo y el soporte del timo, que es la glándula que entrena y selecciona las células T. Estas células disminuyen cuando la cantidad de hormona del crecimiento es insuficiente, y no maduran si el timo está contraído, dando así lugar a un sistema inmune deprimido. Patrick Holford ha señalado que la vitamina A exhibe propiedades antivirales muy potentes, porque una vez que las paredes celulares se fortalecen con su presencia, se hacen más resistentes a los ataques víricos (ob. cit. pág. 58).
Por su parte, William Grant ha dicho que «Los coronavirus causan neumonía al igual que la influenza. Un estudio de la tasa de letalidad de la pandemia de influenza de 1918 a 1919 en los Estados Unidos, mostró que la mayoría de las muertes se debieron a neumonía. El coronavirus SARS y el actual coronavirus de China fueron los más comunes en invierno, cuando el estado de vitamina D es más bajo» [2].
Se sabe también que los virus no resisten mucho las altas temperaturas, y ese hecho podría estar correlacionado con lo que Grant está sugiriendo: «que tanto la vitamina D como el calor que el sol nos proporciona, podrían convertirse en factores clave al momento de librar esta batalla y las que indudablemente le seguirán.
En lo que a la vitamina E se refiere, Hayek y otros ¨[3] ya han encontrado en ella propiedades antivirales únicas en su género, que cualquier mortal debería aprovechar para fortalecer su sistema inmunitario.
Zinc, selenio y N-acetilcisteína (NAC)
Al igual que un déficit de betacarotenos y/o de retinol (vitamina A), una deficiencia nutricional de zinc puede hacer que el timo se encoja y que las células T no maduren por falta de timulina (la hormona del timo). De manera que hay que agregar a la dieta, una buena dosis de este mineral. El selenio contribuye a la formación de anticuerpos y a la eliminación de radicales libres, ya que junto con la glicina, la glutamina y la cisteína (N-acetilcisteína o NAC), ayudan a que el cuerpo produzca glutatión [4], que es uno de los antioxidantes más potentes que existen. Sin selenio, los glóbulos blancos pierden su habilidad para identificar al enemigo.
Probióticos y prebióticos
Los probióticos son todas aquellas bacterias buenas que deberían abundar en nuestro intestino; pero que por una u otra razón, parece que son superadas en número por bacterias malas que cohabitan en la microbiota (conjunto de microorganismos que de manera simbiótica pueblan un organismo) de un gran número de personas. El estilo de vida moderno y la intoxicación con alimentos chatarra, conservadores alimenticios, lácteos, alcohol, cafeína y demás sustancias estimulantes, ha ocasionado que las nuevas generaciones se enfermen muy frecuentemente y contraigan infecciones que antes no eran del todo frecuentes.
Hoy en día, las defensas del consumidor promedio están muy por debajo de lo que se necesita para mantenerse libre de virus, bacterias, parásitos, hongos y demás bichos raros. Un ejemplo de este estado de cosas es la famosa candidiasis, una infección ocasionada por un hongo que se conoce como Candida albicans (para una información más detallada sobre los estragos que ocasiona este microorganismo en nuestro cuerpo y nuestra mente, sírvase consultar «Receta mejorada con medicina ortomolecular para curar la esquizofrenia«). Ya desde ese entonces dimos a conocer cómo los probióticos podían ayudar a corregir la permeabilidad intestinal y la disbiosis que están afectando a muchos jóvenes que no han querido entender (ni entenderán) la importancia que
reviste mejorar su estilo de vida. Al corregir la disbiosis de la que hablaba yo en esa publicación, no solo estaremos previniendo un posible comportamiento caótico (por no decir psicótico), sino que estaremos contribuyendo a mantener un envidiable estado de salud, pues sucede que una gran parte de los glóbulos blancos que conforman nuestro sistema inmune se encuentra en el intestino. Estamos hablando del 90% de los linfocitos [5]. Y por si eso no fuera suficiente, en su «Microbiótica: Nutrición Simbiótica y Microorganismos Regeneradores», Lynn Margulis y varios de sus seguidores tienen suficientes bases y razones para aseverar que los probióticos coadyuvan en la síntesis de las vitminas K, B1,B2 y B9; así como de ciertos bactericidas como el ácido láctico, que son los que evitan la proliferación de muchos otros microorganismos patógenos, aparte de los virus.
El consumir regularmente diversas cepas de probióticos va a determinar el éxito de esta batalla, y es por ello que hay que seleccionar bien los productos que vamos a emplear para fortalecer correctamente nuestro sistema inmune. Para ello, procura que la marca de tu elección especifique principalmente tanto los tipos de cepas que contiene como los billones de Unidades Formadoras de Colonias (UFCs) que componen el nutriente en cuestión. Asegúrate de que tu producto contenga al menos dos billones de UFCs (entre más, mejor, aunque evidentemente, entre mayores sean las cantidades de UFCs, mayor será el costo del probiótico).
Hay dos clases de cepas que no deberían faltar en un complejo de probióticos: los lactobacillus (acidophilus, salvarius, plantarum, rhamnosus, etc.) y las del tipo bifidobacterium (bifidum, animalis, longum, infantis, lactis, etc.). Cualesquier otra variedad de cepa que no haya yo listado entre paréntesis será un plus y será bienvenida. Nuevamente, mientras más variedad de cepas contenga tu producto, mejor será su calidad, y si quieres optimizar la reproducción de tus probióticos, procura alimentarlos bien con prebióticos (derecha), porque si solo pudiste encontrar cepas con unos pocos billones de UFCs, podrás hacer que su población se multiplique aun más con los llamados fructooligosacáridos (FOS, por sus siglas en inglés), que es como se les conoce también a los prebióticos.
Plantas medicinales con propiedades antivirales
Nosotros hemos constatado ya las bondades antivíricas de al menos dos plantas bastante populares: la equinácea y el estafiate; pero conviene saber que ya algunos científicos chinos han encontrado varios remedios herbolarios para el coronavirus, que si bien evidentemente no fueron analizadas en referencia al COVID-19, sí dieron buenos resultados para el tipo SARS-CoV, cepa que presenta características muy similares a las del virus que comenzó a azotar la ciudad de Wuhan desde diciembre del año pasado.
En particular, Shi-you Li y otros investigadores chinos reportaron en el 2005 [6], que el eucalipto, la raíz de regaliz y la Lycoris radiata (conocida coloquialmente como flor del infierno) poseen propiedades antivirales bastante atractivas no solo para prevenir, sino también para combatir este tipo de síndromes respiratorios agudos, siendo la L. radiata (izquierda) la que mejor actuaría en caso de infección grave.
Ahora que si no radicas en China o te encuentras en un país en donde la flor del infierno no está disponible en tiendas naturistas o herbolarias, entonces puedes recurrir a dos o más de las plantas medicinales que cité con anterioridad. Repito, no tienes que contar con el total de los suplementos para fortalecerte; consigue los que puedas y «haz lo que puedas con lo que tienes, en donde estés».
La última palabra la tienes tú
Puede ser que te estés preguntando: ¿Qué no será demasiado para mí lo que este señor está recomendando?
Lo que te puedo decir es que le eches un vistazo a los efectos que te podrían ocasionar los fármacos que están usando los médicos para controlar esta pandemia, a fin de que compares sus mecanismos de acción con lo que te podrían ocasionar entre 3 y 6 gramos (máximo) diarios de vitamina C, más los miligramos que los demás nutrientes de nuestra receta alcancen a acumular para defenderte de un potencial ataque viral.
Y si con todo todavía te quedara la sensación de que ese cocktel de nutrientes podría causarte mas daño que bien, que es justo lo que pasa cuando uno se medica con drogas que han sido sintetizadas a través de procedimientos químicos, entonces lo único que me resta decir es que el SARS-CoV-2 no es precisamente una «gripita», y que si no dotas a tu ejército inmunitario con un arsenal a la altura de las circunstancias, las consecuencias de no hacerlo así podrían ser nefastas. Valora menos lo que sea que tengas y aprecia más lo que puedes llegar a ser si fortaleces tu sistema inmunitario.
«Cuando estés en el campo de batalla, la supervivencia es todo lo que hay«…Samuel Fuller
© Sergio López González. Fundación MicroMédix. 4 de marzo de 2020
Reseña este artículo y únete a nuestro equipo de teletrabajo
REFERENCIAS
[1] Holford P. & Meek J. Refuerza tu Sistema Inmunitario. 2010. Integral
[2] Andrew Saul. Nutritional Treatment of Coronavirus: http://orthomolecular.org/resources/omns/v16n06.shtm
[3] Hayek MG, Taylor SF, Bender BS et al: Vitamin E supplementation decreases lung virus titers in mice infected with influenza. J Infect Dis, 1997; 176: 273-276.
[4] Herzenberg LA, De Rosa SC, Dubs JG et al: Glutahione deficiency is associated with impaired survival in HIV disease. Proc Natl Acad Sci, USA, 1997; 94: 1967-1972.
[5] Margulis L. et al. Microbiótica: Nutrición Simbiótica y Microorganismos Regeneradores. Una revolución para sanar la tierra y el ser humano. 2014; Integralia la casa natural, S. L.
[6] Shi-you Li et al. Identification of natural compounds with antiviral activities against SARS-associated coronavirus. Antiviral Research 67 (2005) 18–23
[7] Orthomolecular Medicine News Service, Vol. 16, Nos. 01-16
marzo 6, 2020 en 1:01 am
Hola Ing. Gracias por su valiosa información, estoy preocupada por la salud de mi familia y la mia misma, asi que me gustaría saber la receta indicada para tomar desde ahora, debido a que vivo en Ecuador y supuestamente según el MSP, el virus COVID-19 ya está en el Ecuador.
Me gustaMe gusta
marzo 6, 2020 en 9:21 am
Hola janeth, necesito que me proporciones algunos datos para que pueda elaborarles una receta acorde con tus características y las de tus familiares. Eso me tomaría aproximadamente una hora. Puedes concertar una cita para que tengamos una entrevista por Skype y así poderte hacer las preguntas que requiero me respondas.
De antemano gracias por tu confianza.
Me gustaLe gusta a 1 persona
marzo 21, 2020 en 3:41 pm
GRACIAS ING. Pero tengo una inquietud? Es probable que muchos de los suplementos no los pueda conseguir en mi pais. en ese caso que debería hacer yo, o que sugiere usted?
Me gustaMe gusta
marzo 21, 2020 en 4:00 pm
Bueno janeth, digamos que si logras conseguir al menos la equinácea, la vitamina C y los probióticos, creo que vas a estar bien, sobre todo si tomas la mayor cantidad de vitamina C que tu organismo sea capaz de tolerar (la dosis inmediata anterior a aquella a la que ya comienzas a escuchar ruidos en tu estómago).
Me gustaLe gusta a 1 persona