El proceso de recuperación no siempre es rápido, y es posible que para consumarse necesite de una serie de visualizaciones, aparte de la receta de nutracéuticos. Es por eso que en este ensayo se sugiere complementar los tratamientos de enfermedades crónicas con una o más de las técnicas de visualización reiterada: la concepción de futuros escenarios, la interacción con un entorno de realidad virtual y las reminiscencias. Sin embargo, recuperar la salud exige optimismo de parte del paciente, pues una conexión cuerpo-mente como la que es capaz de producir una visualización, va más allá de lo que se conoce como efecto placebo. En lo que resta de la primera parte de este estudio explico en qué consiste una visualización reiterada y cómo se aplica en el ámbito de la salud.
Más allá del efecto placebo
Ya he descrito en otras partes de este portal cómo la mente es capaz de inducir un efecto placebo, habida cuenta de que quien está buscando alivio, está convencido plenamente tanto de los beneficios terapéuticos del tratamiento que está siguiendo, como de la capacidad de quien lo recomienda. Un ejemplo de ello sería aliviar un dolor de cabeza con una pastilla de azúcar, bajo la creencia de que lo que se ha ingerido es un potente analgésico. No obstante, lo que voy a discutir aquí tiene que ver más bien con el efecto fisiológico inducido por una visualización: una sucesión de imágenes asociadas a un escenario futuro, una interacción con un entorno de realidad virtual o una reminiscencia (evocación de un acontecimiento pasado), con miras a recuperar la salud.
Como cabría esperar, la recuperación solo se consigue realizando visualizaciones optimistas y reiteradas (que se repiten una y otra vez), pues alcanzar una condición favorable de salud implica entusiasmo, sacrificio y perseverancia. Todo está en conocer cómo puede uno propiciar esa conexión cuerpo-mente, aun cuando todavía no conozcamos a fondo cómo funciona.
Son pocos los experimentos que se han realizado para explicar en qué consiste esa conexión; pero presumo que usted está familiarizado(a) con algunos hechos que avalan su existencia. ¿Quién no ha sentido alguna vez un fuerte dolor de estómago, después de haber experimentado un susto o de haber entrado en shock?
Asimismo, supongo que conocerá o habrá oído hablar de personas que llegan a vomitar justo después de haber recibido la notica de haber perdido a un ser querido. Muchas estrellas cinematográficas y actores teatrales han llegado a dominar su profesión, evocando escenas de su pasado para interpretar mejor su papel, echando mano de la técnica de la visualización, llorando o riendo según lo demanda la escena en turno. ¿Y qué me dice de aquella sensación que experimentan los enamorados, a la hora de acordarse de la vez que estuvieron con su pareja en determinado lugar y en circunstancias
suficientemente favorables para que todo aquello se diera? ¿O acaso usted nunca ha sentido esas «maripositas» en el estómago? ¿ Y qué hay de las personas que sudan y experimentan palpitaciones en el corazón, ante la posibilidad de hacer el ridículo estando al frente de una nutrida audiencia? ¿Esta de acuerdo en que su imaginación es la causante de ambos síntomas? Algo similar le ocurre a una persona que se ruboriza al verse implicada en una situación embarazosa, o a aquél hombre que experimenta una erección al evocar la imagen de una mujer atractiva; ¿y sabe usted qué efecto tiene en una persona que ha sufrido una caída casi letal, el imaginar que está al borde de un precipicio? En la segunda parte de este ensayo le cuento mi propia experiencia.
¿Alguna vez se preguntó por qué algunos atletas ganan y otros no? Robert Dilts parece haber descubierto el secreto. En «Cómo cambiar creencias con la PNL», este experto en programación neurolingüística hace alusión a un experimento en el que a un grupo de gimnastas «se les hizo visualizarse a sí mismos realizando cierto movimiento, mientras que a otro grupo no se les hizo visualizar nada. Dos semanas más tarde todos ellos tuvieron que realizar dicho movimiento sin ningún entrenamiento previo. Los que habían realizado el ejercicio de visualización tuvieron éxito en un porcentaje que osciló entre el 50 y el 60%, mientras que en el grupo que no había realizado la visualización el porcentaje de éxitos fue tan sólo de alrededor de un 10%» [1].
Como yo lo veo, si uno no puede verse triunfando al término de una contienda, o no cree poseer las habilidades suficientes para obtener el primer premio, es muy probable que efectivamente no lo consiga. De ahí que para ganarle la batalla a un cáncer, a un SIDA o a cualquier otra enfermedad terminal, sea imprescindible mantener una postura optimista, determinante, saturada de fe y esperanza.
Planeación: el factor clave para la visualización de futuros escenarios
De manera similar a como Dilts supo por qué unos atletas triunfan y otros no, Carl Simonton hizo lo propio en el terreno de la oncología mientras trataba de entender por qué algunos pacientes con cáncer se recuperan y otros no. Durante su estancia en la Escuela de Medicina de la Universidad de Oregón, Simonton observó que los enfermos que lograban sobrevivir al cáncer, eran generalmente aquellos que compartían la creencia de que ejercían alguna influencia en el curso de dicha enfermedad [2]. La buena notica es que los sistemas de realidad virtual no solo permiten a los pacientes visualizar un escenario hipotético, sino desempeñar también un papel activo para influir en dicho escenario. [3]
Y si el simple hecho de imaginar algo en el ojo de la mente ya de por sí es efectivo, ahora imagínese experimentar eso mismo en un entorno de realidad virtual. Pero hay de imágenes a imágenes, y solo aquellas con los siguientes rasgos, tendrán potencial para surtir el efecto deseado. De acuerdo con Simonton, una imagen mental se considerará potencialmente efectiva contra el cáncer, siempre que el paciente tenga la convicción de que:
1) Las células cancerígenas son débiles y se encuentran confundidas
2) La terapia es poderosa
3) A las células sanas no se les dificulta reparar los deterioros que pudiera ocasionar la terapia
4) El número de leucocitos es enorme, en contraste con las células malignas
5) Los leucocitos son bastante agresivos y actúan con mucha rapidez para destruir las células cancerígenas
6) El cuerpo es capaz de eliminar las células cancerosas muertas de manera muy natural
7) Al final del proceso, uno se encontrará en perfecto estado de salud
8) Uno necesita visualizar la consecución de las metas en la vida
Y ha sido este último rasgo el que me ha hecho recordar una anécdota que viví hace muchos años, cuando todavía ni siquiera conocía para que servían la programación neurolingüística y los sistemas de realidad virtual. El hecho de trazar planes para alcanzar las metas que uno se ha propuesto, intensifica la voluntad de vivir. Si usted cree que va a morir, deja de hacer planes, y eso, mi querido lector, contraviene indirectamente el «octavo mandamiento» de Simonton, como lo demuestra la experiencia de vida que en seguida le comparto.
La planeación intensifica la voluntad de vivir
Mientras caminaba por una calle de la Ciudad de Cuernavaca, en el estado de Morelos, mi celular timbró para dar entrada a una llamada que cambiaría lo que en esos momentos entendía yo por compasión*. Era mi contadora que me anunciaba en un tono notablemente apesadumbrado, que debíamos hacer un cambio de planes, con motivo de haber sido diagnosticada con cáncer de colon. Mis planes debían ser, según me dijo, buscar a otra persona que se encargara de mi contabilidad, porque estaba asumiendo que ella ya no iba a estar disponible. Y aunque en ese momento yo no pude dimensionar bien la gravedad de su condición, lo único que alcancé a decirle fue que no se preocupara, que yo la iba a esperar hasta que se recuperara, pues como quiera que fuera, yo apreciaba mucho su honradez y la calidad de su trabajo.
Tiempo después supe que yo fui el único de todos sus clientes que confió en que ella se recuperaría y que por lo mismo, no tenía por qué buscar ayuda en otra parte. En ningún momento vi a su cáncer de colon como un obstáculo para la consecución de sus metas. El punto es que había alguien que estaba actuando como si se tratara de cualquier otra enfermedad, no como lo que ella estaba asumiendo que era: una enfermedad letal que exigía cancelar todos los planes que tenía en mente. Y lo que uno tiene en mente es lo que visualiza: esa sucesión de imágenes que de alguna manera representan lo que uno tiene que hacer para conseguir sus metas. Y darle continuidad a los planes que conducen a la consecución de las metas, es darle continuidad a la vida misma.
El caso es que después de un tiempo, mi contadora retomó a sus clientes (incluyéndome a mi por supuesto) poco después de que un médico afable y optimista tuvo a bien decirle que su cáncer no era mortal, y que no tenía de qué preocuparse más. Y efectivamente así fue. El mismo día que su médico le dio esa noticia, mi contadora le dijo adiós a la depresión y comenzó a rehacer sus planes para alcanzar las metas que antes de su terrorífico diagnóstico se había planteado.
La realidad virtual como alternativa en los casos renuentes
Honestamente no sé si mi contadora llegó a construir visualizaciones con los rasgos que Simonton considera propios de las imágenes potencialmente efectivas, y aunque tampoco he sido testigo de curaciones atribuidas a visualizaciones de futuros escenarios, puede usted hallar suficiente evidencia de las mismas en la obra de Hamilton [4]. Asimismo, para aquellos casos en los que la depresión juega un papel determinante, el uso de la realidad virtual con fines terapéuticos podría marcar la diferencia (derecha). Este recurso permite crear escenarios que también propician la conexión cuerpo-mente, como bien lo han apuntado Becker & Pentland [3].
En ese documento, estos investigadores del MIT describen cómo en un ambiente interactivo de realidad virtual, el paciente comienza la sesión, apuntando con una mano el área u órgano afectado. Mediante un efecto especial, el usuario, que ahora ha pasado a ser parte del entorno virtual, «se convierte» en un glóbulo blanco y se integra al torrente sanguíneo que pronto irriga el área señalada. Luego, el paciente observa cómo los glóbulos rojos lo rebasan a medida que avanza, hasta que se topa con una célula maligna. Como cualquier otro leucocito, el usuario tiene la consigna de destruir la célula cancerígena, ya sea envolviéndola, o bien llamando a otros «compañeros» para que la aniquilen.
Toda la experiencia resulta relajante. Esta herramienta de realidad virtual no ocasiona estrés en el paciente, ya que se ha procurado que la tarea no le resulte demasiado complicada (como jugar al ajedrez contra una máquina que ha sido programada para competir a nivel de principiante). Y créame, si yo estuviera en los zapatos de alguien que hubiera sido desahuciado por un semidiós de bata blanca y pudiera darme el lujo de emprender un viaje fantástico como el que Becker & Pentland describieron en su interesante trabajo, por descontado que dejaría a un lado mi depresión y me inscribiría en un programa para pacientes con cáncer, provisto de esa fantasía. Ahora que si no pudiera costear un viaje de esa naturaleza, no perdería la oportunidad de usar mi laboratorio mental, para construir mi propia realidad virtual. Planear no cuesta nada (bueno, ya sé que el refrán popular reza diferente; pero para el caso que nos ocupa, planear denota una esperanza mucho mayor que la que comúnmente se asocia al acto de soñar despierto).
El potencial terapéutico de las reminiscencias
Hay una faceta de las visualizaciones reiteradas en la que sí he podido presenciar y experimentar en carne propia, un alivio de síntomas. Me estoy refiriendo a esas visualizaciones que uno es capaz de reproducir a partir de reminiscencias, incluidos los sueños. En la siguiente publicación doy tres ejemplos de remembranzas que llevaron a cabo un par de pacientes y una que yo mismo elucubré, a efecto de ilustrar cómo esa otra forma de visualizar puede resultar efectiva, siempre y cuando se pueda encontrar el apoyo de una experiencia pasada para construirla. Si desea conocer más a este respecto, puede pulsar sobre la imagen que aparece a su derecha para continuar con la segunda parte de este trabajo.
* «La compasión es la parte práctica de la empatía«… Sir Ken Robinson
© Sergio López González. Fundación MicroMédix. 22 de octubre de 2020
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REFERENCIAS
[1] Dilts Robert. Cómo cambiar creencias con la PNL. 3a. edición. Edit. Sirio
[2] Valiente M. El uso de la visualización en el tratamiento psicológico de enfermos de cáncer. PSICOONCOLOGÍA. Vol. 3, Núm. 1, 2006, pp. 19-34.
[3] Becker & Pentland. Staying Alive: A Virtual Reality Visualization Tool for Cancer Patients. AAAI Technical Report WS-96-03. Compilation copyright © 1996.
[4] Hamilton David R. How Your Mind Can Heal Your Body, 2008. Hay House