La identificación de las personas que corren el riesgo de desarrollar una reacción grave antes de la vacunación, constituye uno de los mayores retos a vencer en una época en la que las pandemias se están convirtiendo en parte de nuestra cotidianidad. La incertidumbre y la polémica que ha generado la relativa seguridad de las vacunas, ha dado lugar a que los científicos de datos estén proponiendo soluciones destinadas a precisar, cuándo le conviene a una persona vacunarse, y cuándo no. Y aunque hay todavía quienes creen que las vacunas son 100% seguras [1], olvidándose del hecho de que cada ser humano es diferente, habemos otros que ya verificamos que la seguridad de las vacunas oscila entre un 30% y un 88%, dependiendo del tipo de vacuna (pulse sobre la imagen adjunta).
Una nota aclaratoria
Estoy consciente de que una gran parte de la población no se toma el tiempo de reportar su reacción a la vacuna, en especial cuando ésta no ha sido de mayores consecuencias, y puede ser que en ese sentido, el criterio de evaluación que más adelante estaré proponiendo, no refleje a la perfección la seguridad de una vacuna. Sin embargo, no tenemos manera de estimar a cuánto ascienden los casos no reportados y por ende, resulta imposible determinar el desenlace de cada una de esas historias. Así pues, las cifras que daré a conocer deberán contextualizarse en el marco de una muestra representativa de la población vacunada, que devela a una escala menor lo que realmente está sucediendo. Lo digo porque los reportes de casos están exentos de los sesgos y conflictos de intereses que suelen caracterizar a los ensayos clínicos auspiciados por los fabricantes de vacunas.
Aun suponiendo que el número de personas que no experimentaron malestares significativos y que por lo mismo no reportaron su reacción, superara por mucho la cantidad de pacientes con reacciones dignas de ser reportadas, eso no cambiaría en nada el que convenga identificar quiénes pueden estar dentro de esa minoría que podría estar en riesgo de no recuperarse de una reacción, a fin de prevenirla. Nótese también que si las vacunas fueran 100% seguras, el gobierno de los EUA no hubiera creado el Sistema de Notificación de Eventos Adversos a las Vacunas (VAERS, por sus siglas en inglés) [2]. Y si son muy pocos los que pueden verse afectados de manera irreversible por una reacción, eso de todas maneras no justifica su sacrificio en aras de un «bien mayor». ¿Pues qué no estamos ya en el siglo XXI?
El propósito de la iniciativa
Hecha esta aclaración, e independientemente de qué tan necesarias y efectivas puedan ser las vacunas, o de si las discusiones a cerca de sus beneficios y desventajas se dan entre científicos biomédicos, entre padres y maestros, o entre los miembros de una familia, lo que cada habitante de este planeta está demandando es una forma de saber con antelación, qué tanto estará expuesto a una reacción adversa grave, si se vacuna. Para ello, lo primero que hay que hacer es identificar cuáles serían los factores que podrían afectar la respuesta de un individuo a una vacuna en particular. Los investigadores de la
Fundación MicroMédix pensamos que convendría comenzar por analizar qué tanto influyen los datos recopilados por el VAERS, en la reacción a la vacuna (si el paciente se recuperó o no después de su aplicación). Una primera aproximación sería emular al científico de datos Steven M. Rubin (Ph.D). Él encontró las tasas de recuperación para la mayoría de las reacciones a las diferentes vacunas, basándose en los reportes de casos recabados por el VAERS (véase la primera imagen de esta publicación). Yo hice los mismo pero para el caso de las vacunas destinadas a prevenir la propagación de la COVID-19. En seguida explico cómo.
Evaluando la seguridad de la vacuna contra la COVID-19 con el número de pacientes que pudieron recuperarse (RECOVD), después de un evento adverso
El VAERS es un sistema nacional de alerta temprana para detectar posibles problemas de seguridad en las vacunas autorizadas en los EUA. Este sistema de información fue creado por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) y la Administración de Drogas y Alimentos de los EUA (FDA), y desde 1990 ha sido administrado conjuntamente por esas instituciones gubernamentales. VAERS acepta y analiza informes de eventos adversos (posibles efectos secundarios) después de que una persona ha recibido una vacuna. Cualquiera puede informar de un evento adverso al VAERS, y hasta donde yo sé, al menos en ese país los médicos están obligados a reportar al VAERS cualquier evento que reuniendo las características anteriormente mencionadas, le haya tocado atender.
Y es gracias a esta fuente oficial de información que pude evaluar qué tan seguro puede ser vacunarse contra el COVID-19 (si usted ya me conoce, sabe que los noticieros televisivos y los ensayos clínicos no son santo de mi devoción). Al momento de estar escribiendo estas líneas, el número de ocurrencias del campo RECOVD en el sistema VAERS para el que éste es igual a «Y» resultó ser de 4,611, de un total de 14,386 casos, lo que significa que el 32 % de los pacientes sí se recuperó del evento adverso (pulse sobre la imagen de la izquierda). Esto, que es un hecho y no un juicio de valor, hace pensar que la seguridad de la vacuna contra el COVID-19
podría estar entre el 32% y el 60% en el mejor de los casos, que sería aquél en el que los registros con RECOVD=U (unknown) o RECOVD=» » (missing) hubieran sido contabilizados como «pacientes que sí se recuperaron de la reacción» (los casos en los que el paciente no se recuperó corresponde al 40% del total. Puede pulsar sobre la imagen de la derecha para confirmarlo). Conviene preguntarse entonces a qué población de pacientes pertenece cada uno de nosotros, para saber si se encuentra dentro del 60% de los que reaccionarán positivamente, o si es parte de ese otro 40% que ha de responder negativamente. Ese sería el objetivo último de esta iniciativa. Pero como dije antes, falta todavía evaluar la conveniencia de usar los datos del VAERS, con ese propósito.
La tasa de mortalidad ocasionada por la vacunación
Los porcentajes que especifiqué con anterioridad obedecen a las tasas de recuperación asociadas a un evento adverso, y no incluyen los decesos. El que un paciente no haya podido recuperarse de una reacción, implica una vida con ciertas limitaciones o la imposibilidad de regresar a la normalidad, es decir, al estado de salud que tenía antes de la inoculación. Un deceso en cambio, ocurre cuando el paciente fallece a consecuencia de una reacción a la vacuna.
Y con todo y que la mortalidad por vacunación contra el COVID-19 es apenas del 7.7% (pulse en la imagen adjunta para ver el detalle: 1,118 decesos de un total de 14,386 eventos reportados al VAERS en lo que va del 2021), pregúntele a las familias de los que fallecieron y al padre de Kassidi Kurill si siguen confiando en que el sistema de salud dominante está realmente preocupado en procurar «el mayor bien posible para el mayor número posible de individuos«. Nosotros sí lo estamos, y para eso fue que concebimos la iniciativa de diagnosticar quiénes pueden verse beneficiados, sugiriendo al mismo tiempo, otras alternativas para quienes no estén en condiciones de vacunarse contra la COVID-19, o hayan decidido simplemente no hacerlo.
Porque no se trata únicamente de decidir si uno ha de vacunarse o no, sino de saber qué es lo que debe hacer, una vez tomada la decisión. Si usted decide no hacerlo, tiene que saber que existen otras formas de prevenir las enfermedades, no solo la que produce el coronavirus. Si decide vacunarse, será conveniente que conozca las posibilidades que tendrá de recuperarse en caso de experimentar un evento adverso de cuidado. Recuerde que usted es el principal responsable de su salud, no la delegue por completo a los profesionales sanitarios e instituciones gubernamentales.
Introducción al sistema que ayudará a tomar la decisión
En la segunda parte de este trabajo estaré describiendo las características que tendría que poseer un sistema destinado a identificar, con una determinada precisión, las personas que podrían o no responder bien a una vacuna en particular. Se trata de un sistema de aprendizaje de máquina que emplearía las mismas técnicas que utilicé para diagnosticar y prevenir la esquizofrenia y otros trastornos de la personalidad, pronosticar cuándo un paciente está en riesgo de experimentar una cardiopatía, así como para apoyar a los médicos en la toma de decisiones.
Si bien no todos compartimos la misma opinión sobre las vacunas, es un hecho que a toda inoculación le corresponde una reacción, se reporte o no. Y dado que ésta es una cualidad inherente al sistema inmune, lo mejor que podemos hacer es aprovechar al máximo la información que este intrincado mecanismo de defensa nos brinda.
«Y si abandonas las altas aspiraciones de los deontólogos y te aferras a los utilitarios, ¿cómo calculas quiénes
son los sacrificados por el bien de la mayoría? «… Dalia Ventura; BBC News Mundo, 19 de abril de 2020.
© Sergio López González. Fundación MicroMédix. 16 de marzo de 2021
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REFERENCIAS
[1] Nogués, Guadalupe. Pensar con otros: una guía de supervivencia en tiempo de posverdad: editado por Pablo González -1a ed.- Ciudad Autónoma de Buenos Aires: ABRE, 2019. El Gato y la Caja
[2] Página de inicio del VAERS: https://vaers.hhs.gov/index.html
[3] The MedAlerts Blog. Analysis of Trends in VAERS Data: https://www.medalerts.org/analysis/archives/home/
[4] Aviva Jill Romm. Vacunas: Una Guía para Padres Inteligentes; Cómo tomar decisiones seguras y sensatas sobre los riesgos, beneficios, y alternativas. Inner Traditions en Español, Rochester Velmont.
[5] Jara Miguel. Vacunas, las justas: ¿Son todas necesarias, efectivas y seguras? Editorial Planeta, S.A.U
[6] P Pellegrino et al. The first steps towards the era of personalised vaccinology. The Pharmacogenomics Journal (2015) 15, 284–287.