La esclerosis múltiple es una afección degenerativa en la que las vainas de mielina que rodean los nervios del cerebro y la médula espinal se van perdiendo lentamente. Las vainas de mielina son un tipo de tejido conectivo compuesto de grasas y proteínas con tres funciones principales: aislar las fibras nerviosas, proteger los nervios y transmitir eficazmente los impulsos nerviosos. La esclerosis múltiple se ha identificado como una enfermedad autoinmune, debido a que el sistema inmunológico ataca la mielina en el sistema nervioso central. En contraste con las personas que viven en climas tropicales en donde la exposición al sol es mayor, las que viven en climas templados son más propensas a esta enfermedad.
Aunque se desconocen sus verdaderas causas, algunas hipótesis sostienen que podría estar relacionada con la susceptibilidad genética, los hábitos alimenticios, algunas toxinas circundantes, las infecciones virales y la exposición a ciertas mascotas, entre las que destacan los perros, los gatos y las aves en cautiverio [1]. Hay también quienes creen que el virus de Epstein-Barr constituye un factor que aumenta el riesgo de desarrollar esta enfermedad [2].
Sintomatología y progresión de la enfermedad
La esclerosis múltiple se manifiesta a través de diversos síntomas neurológicos, siendo los más comunes la parestesia (entumecimiento y hormigueo) en las extremidades, el tronco o en uno de los lados de la cara; la debilidad muscular, la pérdida de la coordinación de una pierna o de una mano, así como la ceguera parcial (en un ojo) y la visión borrosa o doble. Asimismo, años antes de diagnosticar una esclerosis múltiple, podrían presentarse vértigo, fatiga en las extremidades, alteraciones en el estado de ánimo, dificultad para caminar y deficiencias en el control de la vejiga. Como cabría esperar, una persona podría no acusar la totalidad de los síntomas anteriores, porque ninguna enfermedad evoluciona igual en todos los casos (individualidad bioquímica).
Considere cambiar sus hábitos alimenticios
Por muchos años, el Dr. Roy Swank (izquierda) ha sido el investigador líder en este campo de estudio y ha relacionado la grasa contenida en la dieta con el riesgo y la progresión de la esclerosis múltiple. En uno de sus trabajos, el Dr. Swank recomienda que las personas con esclerosis múltiple se apeguen a una dieta baja en grasas [3]. Aunque en algunos casos se redujeron y en otros se eliminaron drásticamente los aceites hidrogenados, la mantequilla de maní y la grasa animal (incluida la grasa de los productos lácteos), en todos se utilizó ácido linoleico de aceite vegetal y aceite de hígado de bacalao. Después de 34 años, la tasa de mortalidad entre las personas que consumieron un promedio de 17 gramos diarios de grasas saturadas fue de solo el 31%, en comparación con el 79% de las que consumieron un promedio de 25 gramos de grasas saturadas al día. A las personas que comenzaron a seguir la dieta baja en grasas temprano, les fue mejor que a las que cambiaron sus hábitos alimenticios después de que la enfermedad había progresado.
Una encuesta de personas en diversos países también sugiere que el consumo de algunas grasas puede influir en el desarrollo de la esclerosis múltiple [4]. Los resultados de esa encuesta revelaron que era probable que las personas con esclerosis múltiple que consumían alimentos con alto contenido de ácidos grasos poliinsaturados y monoinsaturados, vivieran más tiempo que las que consumían mayores cantidades de grasas saturadas.
En otra encuesta, unos investigadores que se abocaron a recabar información de casi 400 personas durante tres años [5], descubrieron que las personas que comían más pescado tenían menos probabilidades de desarrollar esclerosis múltiple, que las que comían carne de cerdo, salchichas y otros alimentos con alto contenido de grasas animales (saturadas). Este mismo informe develó que el consumo de proteína vegetal, el jugo de frutas y los alimentos ricos en vitamina C, tiamina, riboflavina, calcio y potasio estaba correlacionado con una disminución del riesgo de desarrollar esclerosis múltiple. A pesar de que las investigaciones muestran mejoras con una
dieta baja en grasas en algunas personas con esclerosis múltiple, el vínculo entre los alimentos que contienen grasa animal y el riesgo de desarrollar esta enfermedad no necesariamente se debe a la grasa en sí. No obstante lo anterior, tenemos evidencia de que existe una correlación entre el consumo de productos lácteos como la leche de vaca, la mantequilla y la crema, y una mayor prevalencia de esclerosis múltiple; no así entre ésta y el queso (alto en grasas) [6].
Como se ve, la esclerosis múltiple se ha asociado con una variedad de componentes dietéticos aparentemente no relacionados con la ingesta de grasas [7], y el vínculo entre la esclerosis y la dieta continúa siendo un enigma.
Por otras parte, algunas personas afectadas de esclerosis múltiple evitan el gluten (una proteína que se encuentra en el trigo, el centeno y la cebada), debido a que un estudio preliminar reveló que el consumo de cereales (pan y pasta) estaba relacionado con el desarrollo de esta enfermedad [8]. La ingesta de azúcares se ha relacionado también con un mayor riesgo de desarrollar esta enfermedad. Independientemente de ello, el azúcar es un ingrediente que debería usted eliminar de su dieta, si de verdad está tratando de mejorar su salud.
El estilo de vida se refleja en la salud
Existe mucha polémica en eso de que la esclerosis múltiple puede ser causada o agravada por la exposición a solventes orgánicos, insecticidas y rayos X [9, 10, 11, 12, 13], lo que podría explicar el hecho de que existan casos de esta enfermedad en ciertas zonas geográficas o centros de trabajo [14]. En lo que toca al tabaquismo, un grupo de investigadores suizos descubrió que la nicotina altera temporalmente el movimiento del brazo en personas con esclerosis múltiple [15], y otro estudio reportó que la capacidad de movimiento del 76% de los fumadores con esclerosis múltiple disminuía durante 10 minutos. Aunque todo esto no es contundente, las personas con esclerosis múltiple
harían bien en dejar de fumar. Existe también mucho desacuerdo sobre la conexión entre la esclerosis múltiple y la exposición al mercurio, debido a la correlación que se ha encontrado entre esta enfermedad y las amalgamas dentales. Un estudio en particular reveló niveles de mercurio más altos en el cabello de personas afectadas de esclerosis múltiple que en el cabello de las personas sanas [16]. Los autores de ese mismo ensayo reportaron que los enfermos a los que se les extrajeron las amalgamas experimentaron 33% menos recaídas que los pacientes que las conservaron.
En otro ensayo similar se observó que las personas que durante mucho tiempo habían estado usando una buena cantidad de amalgamas parecían estar más propensas a desarrollar esclerosis múltiple que las que tenían menos amalgamas [17]. También se ha encontrado evidencia de una asociación entre las caries y la esclerosis múltiple [18].
La evidencia que respalda nuestra receta
En un pequeño ensayo, a un grupo de personas con esclerosis múltiple se les administró aceite de hígado de bacalao, magnesio y calcio [19]. Después de un año, el número promedio de episodios de cada persona disminuyó significativamente. Lo interesante de este estudio fue que el suplemento de aceite de hígado de bacalao no solo contenía los ácidos eicosapentaenoico (EPA) y docosahexaenoico (DHA), sino también vitamina D. Otros investigadores por su parte encontraron que administrar sustancias similares a la vitamina D a animales con esclerosis múltiple resultaba de mucha ayuda [20]. Asimismo, se ha informado que los niveles de magnesio [21] y de calcio [22] suelen ser inferiores en los tejidos nerviosos de las personas afectadas de esta enfermedad, que en los de las personas sanas. Hay también estudios en animales que han demostrado que la vitamina D previene una forma experimental de esclerosis múltiple. En los seres humanos, las diferencias geográficas en la prevalencia de la esclerosis múltiple sugieren que la exposición al sol (que promueve la síntesis de vitamina D) puede proteger contra el desarrollo de la enfermedad.
Los ácidos grasos que se encuentran en aceites como el de prímula y el de semilla de girasol (omega-6), también pueden ser beneficiosos. Se ha comprobado que la capacidad para coger objetos de las personas con esclerosis múltiple mejora tomando aceite de prímula durante tres semanas [23]. En una revisión de tres ensayos tipo doble ciego, dos de ellos revelaron que el ácido linoleico redujo la gravedad y la duración de las recaídas [24]. Cuando se volvieron a examinar los datos, se encontró que en los tres ensayos la ingesta de ácido linoleico disminuyó la discapacidad atribuida a la enfermedad. De acuerdo con sus autores, los resultados pueden llegar a ser más satisfactorios si se sigue una dieta baja en grasas animales y rica en grasas poliinsaturadas. Se sabe también que la deficiencia de tiamina (vitamina B1) puede contribuir al daño nervioso [25]. Unos investigadores encontraron por ejemplo que la inyección de tiamina [26] en la médula espinal o el uso de tiamina intravenosa combinada con niacina [27] conlleva una reducción de los síntomas. Sin embargo, no hay que olvidar que este tipo de administración requiere supervisión médica. Otra posibilidad es recurrir a la vía liposomal (si no conoce esta técnica, le recomiendo tomar el «Taller de Autocuración con Nutracéuticos Liposomales«.
Fitoterapia para la esclerosis múltiple
Existe un producto comercial llamado PADMA 28 cuyos beneficios terapéuticos ya han sido probados en algunas personas afectadas de esclerosis múltiple. En un ensayo clínico en donde participaron 100 personas con esta enfermedad, el 44% de las mismas experimentó un aumento de la fuerza muscular y una mejoría general [28]. La composición de Padma 28 está basada en una antigua fórmula herbal tibetana.
“La discapacidad no te define; te define cómo haces frente a los desafíos que la discapacidad te presenta”… Jim Abbott
© Sergio López González. Fundación MicroMédix. 10 de julio de 2021
¿Quieres que confeccionemos una receta inteligente para ti o tu familiar? Puedes concertar una cita para que recopilemos los datos que necesitamos.
REFERENCIAS
[1] Landtblom AM, Flodin U, Karlsson M, et al. Multiple sclerosis and exposure to solvents, ionizing radiation and animals. Scand J Work Environ Health 1993;19:399–404.
[2] Haahr S, Koch-Henriksen N, Moller-Larsen A, et al. Increased risk of multiple sclerosis after late Epstein-Barr virus infection: a historical prospective study. Mult Scler 1995;1:73–7.
[3] Swank RL. Multiple sclerosis: fat-oil relationship. Nutrition 1991;7:368–76.
[4] Esparza ML, Saski S, Kesteloot H. Nutrition, latitude, and multiple sclerosis mortality: an ecologic study. Am J Epidemiol 1995;142:733–7.
[5] Ghadirian P, Jain M, Ducic S, et al. Nutritional factors in the aetiology of multiple sclerosis: a case-control study in Montreal, Canada. Int J Epidemiol 1998;(5):845–52.
[6] Malosse D, Perron H, Sasco A, Seigneurin JM. Correlation between milk and dairy product consumption and multiple sclerosis prevalence: a worldwide study. Neuroepidemiology 1992;11:304–12.
[7] Tola MR, Granieri E, Malagu S, et al. Dietary habits and multiple sclerosis. A retrospective study in Ferrara, Italy. Acta Neurol (Napoli) 1994;16:189–97.
[8] Esparza ML, Saski S, Kesteloot H. Nutrition, latitude, and multiple sclerosis mortality: an ecologic study. Am J Epidemiol 1995;142:733–7.
[9] Mortensen JT, Bronnum-Hansen H, Rasmussen K. Multiple sclerosis and organic solvents. Epidemiology 1998;9:168–71.
[10] Juntunen J, Kinnunen E, Antti-Poika M, Koskenvuo M. Multiple sclerosis and occupational exposure to chemicals: a co-twin control study of a nationwide series of twins. Br J Ind Med 1989;46:417–9.
[11] Landtblom AM, Flodin U, Soderfeldt B, et al. Organic solvents and multiple sclerosis: a synthesis of the current evidence. Epidemiology 1996;7:429–33 [review].
[12] Blisard KS, Kornfeld M, McFeeley PJ, Smialek JE. The investigation of alleged insecticide toxicity: a case involving chlordane exposure, multiple sclerosis, and peripheral neuropathy. J Forensic Sci 1986;31:1499–504.
[13] Landtblom AM, Flodine U, Karlsson M, et al. Multiple sclerosis and exposure to solvents, ionizing radiation and animals. Scand J Work Environ Health 1993;19:399–404.
[14] Krebs JM, Park RM, Boal WL. A neurological disease cluster at a manufacturing plant. Arch Environ Health 1995;50:190–5.
[15] Emre M, de Decker C. Effects of cigarette smoking on motor functions in patients with multiple sclerosis. Arch Neurol 1992;49:1243–7.
[16] Siblerud RL, Kienholz E. Evidence that mercury from silver dental fillings may be an etiological factor in multiple sclerosis. Sci Total Environ 1994;142:191–205.
[17] Bangsi D, Ghadirian P, Ducic S, et al. Dental amalgam and multiple sclerosis: a case-control study in Montreal, Canada. Int J Epidemiol 1998;27:667–71.
[18] Craelius W. Comparative epidemiology of multiple sclerosis and dental caries. J Epidemiol Community Health 1978;32:155–65.
[19] Goldberg P, Fleming MC, Picard EH. Multiple sclerosis: decreased relapse rate through dietary supplementation with calcium, magnesium and vitamin D. Med Hypothesis 1986;21:193–200.
[20] DeLuca HF, Zierold C. Mechanisms and functions of vitamin D. Nutr Rev 1998;56(2 Pt 2):S4–10 [review].
[21] Yasui M, Yase Y, Ando K, et al. Magnesium concentration in brains from multiple sclerosis patients. Acta Neurol Scand 1990;81:197–200.
[22] Yasui M, Ota K. Experimental and clinical studies on dysregulation of magnesium metabolism and the aetiopathogenesis of multiple sclerosis. Magnes Res 1992;5:295–302.
[23] Werbach M. Nutritional Influences on Illness. Tarzana, CA: Third Line Press, 1996, 434 [review].
[24] Dworkin RH, Bates D, Millar JH, Paty DW. Linoleic acid and multiple sclerosis: a reanalysis of three double-blind trials. Neurology 1984;34:1441–5 [review].
[25] Dines KC, Powell HC. Mast cell interactions with the nervous system: relationship to mechanisms of disease. J Neuropathol Exp Neurol 1997;56:627–40.
[26] Stern EI. The intraspinal injection of vitamin B1 for the relief of intractable pain, and for inflammatory and degenerative diseases of the central nervous system. Am J Surg 1938;34:495.
[27] Moore MT. Treatment of multiple sclerosis with nicotinic acid and vitamin B1. Arch Int Med 1940;65:18.
[28] Korwin-Piotrowska T, Nocoñ D, Stankowska-Chomicz A, et al. Experience of Padma 28 in multiple sclerosis. Phytother Res 1992;6:133–6.