Viktor Frankl, el padre de la logoterapia, decía que «la clave para curarse está en la trascendencia de uno mismo, en el olvido de sí y en centrarse en una misión que dé sentido, alegría y sabor a la vida» [1]. Y tenía razón, porque el sentido del humor es lo que le da sabor y significado a la vida. En la primera parte de este ensayo expuse varios ejemplos de cómo una idea obsesiva languidece con la ayuda de la intención paradójica. En esa misma publicación prometí dar Sigue leyendo