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Padres que con su peculiar idiosincrasia podrían estar trastornando a sus hijos

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En la publicación del 4 de febrero de 2020 di algunos consejos para evitar y revertir el daño causado por el estrés intrafamiliar, entre los que figuraban evitar tanto la sobreprotección como el maltrato de los hijos. En el primer caso existe lo que se ha dado en llamar «síndrome del emperador»: un hijo(a) sobreprotegido(a) transformado(a) en un(a) tirano(a) por uno de sus progenitores. En ese artículo señalaba yo que lo más sensato es no irse a los extremos, porque el caso del hostigamiento por parte de los padres, eventualmente podría desembocar también en un trastorno de personalidad.

Mi intención con el presente trabajo es analizar el caso de un paciente que no ha podio superar una condición añeja de atosigamiento por parte de su señora madre, así como mostrar cómo una persona poco asertiva, puede enfermar literalmente a uno de sus hijos, después de años de violencia intrafamiliar. Evidentemente esa no es la regla; pero vale la pena reflexionar sobre el alcance que puede llegar a tener, el no actuar ya no digamos con inteligencia, sino con sentido común.

Para muestra un botón: la experiencia de Ezequiel con #LadyAsertiva

ladyasertivaEzequiel se encuentra hoy en una posición delicada. Sufrió maltrato psicológico de su madre por años. Sintiéndose regularmente indispuesta, la coprotagonista de este caso lo molestaba frecuentemente con expresiones del tipo «eres un inútil, no me ayudas en nada» y «tu papá hubiera preferido que no nacieras». Hace algunos años, ambos discutían en alguna parte de su modesta vivienda, cuando en un arranque de desesperación, Ezequiel la empujó mientras le hacía saber que tenía hambre y que no había suficiente comida en la casa para saciarla. Sin haber recibido el menor daño físico, ella entró en pánico y decidió marcar al servicio 911 para solicitar que la policía se lo llevara.

Así las cosas, Ezequiel fue recluido en una especie de Casa Hogar que después supimos se trataba de una Hope House, medicado con olanzapina, solo, sin amigos, abandonado a su suerte y abrigando la esperanza de que los responsables de su confinamiento, excepto su madre claro está, cumplieran con lo que hasta ese momento le habían prometido: prepararlo para conseguir un trabajo que le permitiera en un futuro, valerse por sí mismo.

hope-houseLo que tal vez ignoraba la madre de este joven cuando no pudo manejar el asunto de una manera más asertiva, es que muchos de los hijos que han sido confinados por sus padres en una institución de este tipo, salen de ahí sintiéndose traicionados, con un gran resentimiento hacia ellos, por haber actuado así en contra de su voluntad, sin haber siquiera intentado un diálogo. Y es que muchos de esos padres no tienen ni la más remota idea de lo que es el sentirse humillado de esa manera (para darse una idea de ello, véase mi entrega del 25 de agosto de 2016: El sistema tradicional de salud mental en entredicho).

Otra forma de ponerse en el lugar de Ezequiel, aunque ciertamente menos viable, sería pasar al menos un día en uno de esos centros psiquiátricos, simulando síntomas de esquizofrenia.
Sobra decir que se necesita mucho más valor para hacer eso, que el que pudo reunir #LadyAsertiva cuando sintió el empujón que su propio hijo de 22 años le propinó, aquella infortunada tarde de septiembre (ella jamás salió lastimada de ese agravio).

hija¿Se imagina usted, querido(a) lector(a), lo que pasaría si cada vez que un desconocido lo(a) empujara en el BART (Metro de San Francisco), marcara usted al servicio 911 para reportar un incidente de esa naturaleza? A lo que quiero llegar con esta breve digresión es que el recluir a un hijo para delegar a un perfecto desconocido el problema que en principio uno debe afrontar y resolver, es una postura por demás cobarde. Tenemos que estar conscientes de que recurrir a la policía para arreglar un asunto familiar, impulsados por el instinto primitivo de lucha o huida (ya se ve que aquí fue de huida), puede causar que nuestros hijos nunca nos perdonen un acto tan ruin.

Y eso es tan solo el relato de uno de los sucesos más tristes que Ezequiel vivió al lado de su madre. Posteriormente supimos que la obsesión de #LadyAsertiva por mantener la casa ordenada, así como su persistencia en exigir de su vástago una renta mensual disfrazada de contribución al gasto familiar (ella solventó sus gastos sin la ayuda de Ezequiel por muchos años), dio al traste con la salud de Ezequiel.

empleo no deseadoEl constante estrés al que se vio sometido por estar soportando un empleo que detestaba (que no podía abandonar precisamente por estar obligado a pagar su derecho de piso), y que se sumaba al que ejercían sus empleadores durante las horas laborales, provocaron en él una recaída, si no de carácter psicótico, sí de naturaleza obsesiva-compulsiva. Ya podrá usted suponer el origen de esta lamentable regresión. Actualmente, Ezequiel se encuentra al cuidado del personal encargado de nuestra casa de recuperación, cuya dedicación y experiencia marcarán la diferencia entre su antiguo «hogar» y el nuestro.

A diferencia de lo que mucha gente cree, «un hogar no sólo es donde está la chimenea y donde te cobijas, sino también donde la gente se interesa por lo que dices, se interesa por ti como ser humano, sin otras razones, y te valora por lo que eres» [1].

Mi mensaje

Estimados padres de familia:

clases de pianoSi quieren que su hijo crezca en el seno de un hogar con dichas características, podrían comenzar por negociar lo que cada parte requiere de la otra. Tanto es un error consentir la holgazanería y la irresponsabilidad de los «reyes de la casa», como lo es exigir perfección en los quehaceres domésticos y demás compromisos que los herederos deben cumplir en tanto hijos de familia. Conocí a unos padres que deseaban que su hija de 12 años tocara el piano, asistiera a clases de ballet, practicara la natación y que encima de eso los premiara con excelentes calificaciones. En una ocasión, la niña le confesó a su profesora de piano que para que le diera tiempo de cumplir con todos sus deberes, tenía que comer en el auto de su madre, entre el trayecto de la clase de piano y su siguiente diligencia. ¿Puede usted creer eso? En el mejor de los casos, esa exalumna de mi añorada madre debe ser hoy una señora amargada para quien la niñez debió ser muy desdichada. En el peor de los casos, puede que adolezca de algún problema psicogénico, no sé, una depresión, un trastorno de ansiedad o tal vez uno de índole bipolar.

La autoconfianza de sus hijos podría estar comprometida

Querido lector, los niños prodigio nacen, no se hacen, y si su hijo es uno de ellos puede estar seguro de que le va a resolver la ecuación de Schrödinger en un abrir y cerrar de ojos, sin que usted haya pagado una sola colegiatura en Harvard. Además, puede ser que tocar el violín no sea lo que más le apasione a su primogénita, y hará bien en dejar que ella misma elija su vocación, si no quiere que más tarde le salga con que tiene que lavarse diez veces las manos, antes de sentarse a la mesa con su familia. No sé si me estoy explicando. Lo mismo puede pasar si usted se obsesiona con que un determinado objeto (silla, mesa, cuaderno, toalla o lo que sea) siempre esté en el lugar que a su juicio le corresponde, y no en el que podría estar también, sin poner en entredicho su autoridad o sin que ello constituya una violación a las «buenas costumbres».

reprimenda«¿Está bien si pongo esta servilleta aquí?» es una expresión que usted oirá pronunciar con frecuencia a un chico que ha sido reiteradamente reprendido por no poner tal o cual cosa en un determinado lugar, aquél que la madre reclama como el «lugar correcto para la servilleta». Lo mismo pasa con el padre que está convencido de que cierto cuchillo de cierra es el único cubierto apropiado para cortar el pan. Por lo que más quiera, deje de exagerar la nota si no quiere que su descendencia carezca de autoconfianza y desarrolle en un futuro, ese mismo trastorno obsesivo-compulsivo que ahora está «heredando» de usted, ya no a través de sus genes, sino por imitación.

La tiranía de los hijos constituye el retorno de inversión

síndrome del emperadorEn el otro extremo de las idiosincrasias parentales están los apapachos y los festejos que unos padres bien intencionados podrían estar repartiendo indefinidamente a ese remedo de Nerón que están criando. Pero bueno, creo que ese escenario ya lo describí cuando hablé del «síndrome del emperador», ejemplificándolo con el caso de un joven que a finales del año 2019 visitó nuestra casa de recuperación y que pasó de la bipolaridad a la normalidad después de recibir una terapia personalizada con psiquiatría de precisión, por lo que no veo la necesidad de ahondar más en ese tema.

Constrúyale a sus hijos un hogar, no una casa

Y de la misma manera en la que en ese informe recomendé a los padres no recurrir ni a los mimos excesivos ni a las interminables reprimendas, hoy les reitero que lo que quiso decir Horacio con aquello de que  «la virtud es el punto medio entre dos vicios opuestos» no tiene otra finalidad que hacer del hogar un lugar en donde cualquiera de sus residentes, lejos de sentirse el miembro más importante, sienta que importa.

«No seas siempre riguroso ni siempre blando y escoge el medio entre estos dos extremos; que en ello está el punto de la discreción«… Miguel de Cervantes

© Sergio López González. Fundación MicroMédix. 30 de mayo de 2022


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REFERENCIAS

[1] Marinoff Lou. Más Paltón y Menos Prozac. Ediciones B.2009


Autor: micromedix

Sergio López González. Ing. en Informática Biomédica

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