Típicamente, un paciente con trastorno esquizoafectivo le va a decir que se encuentra bien y que no necesita tomar ninguna vitamina y mucho menos un medicamento. Hay otros que aun habiendo aceptado el llevar una terapia natural, podrían comenzar a tomar sus propias decisiones en cuanto a cambiar los horarios, las dosis e incluso a ingerir otros nutracéuticos y fármacos. Con decirle que uno de ellos hasta llegó a mencionar que él la ansiedad se la quitaba con marihuana. Otro por ahí me dijo algo similar refiriéndose al café. Nada más falta que el más afectado me diga que yo soy el que está enfermo y que debo tomar tés de floripondio para que comprenda mejor «su realidad» (el té de floripondio funciona como alucinógeno).
La indisciplina y la salud son conceptos que se excluyen mutuamente
A continuación describo la estrategia que seguí para estabilizar a un paciente medicado con lurasidona (Latuda), cuya ansiedad y depresión comenzaron a presentarse sin motivo aparente, hasta que caí en la cuenta de que estaba tomando la lurasidona en la tarde, en vez de como se lo había prescrito su psiquiatra, y de que estaba tomándose todos los nutracéuticos con los alimentos, cuando lo que yo le había recomendado era tomar las vitaminas y los minerales con los alimentos, los aminoácidos con el estómago vacío y los liposomales entre 10 y 15 minutos antes de cada alimento.
Tratándose de neurolépticos (psicofármacos), el principal problema a vencer es el síndrome de abstinencia, pues sucede que durante su retirada, el paciente comienza a experimentar síntomas que delatan una clara farmacodependencia. Fue así como Ezequiel, que es como llamaré al protagonista de este caso para no develar su verdadera identidad, comenzó a presentar cuadros agudos (crisis) de ansiedad y depresión, después de haber aplicado su propio criterio a la hora de reducir su medicación, desestimando así el protocolo especificado en su receta.
Para minimizar los efectos secundarios de la medicación es menester reducir sus dosis paulatinamente
Originalmente, esta víctima del sistema dominante de salud mental había estado tomando una pastilla de 40 mg después de la cena. Me tomó unos tres días averiguar porqué se paseaba de un lado a otro sin parar: su acatisia era prácticamente incontrolable. De ahí la necesidad de que en general, tenga uno que comenzar por reducir gradualmente la dosis prescrita por el psiquiatra a razón de un 10%, un 12.5% (1/8 de la dosis original), o de un 25% cada 15 o 30 días, dependiendo ello de la individualidad bioquímica del paciente y de la presentación del fármaco.
Mientras me las arreglaba para llegar a esa conclusión, preguntándole si la aparición de su ansiedad había tenido que ver con algún evento en particular (estrés, consumo de azúcares, lácteos, estimulantes, medicamentos, etc.), le recomendé comenzar a tomar los nutrientes que la lurasidona había estado agotando en su organismo, a saber: coenzima Q10, melatonina, vitamina B2 y manganeso [1]. Por aquel entonces, la ansiedad la pudimos controlar con niacinamida por la vía oral, y con inositol y glicina por la vía sublingual.
La depresión comenzó también a ceder con algunos de los nutrientes que integraron su receta inteligente, misma que incluyó niacina, piridoxina, ácido fólico, las vitaminas B12 y C, inositol, taurina, manganeso, ácido alfalipoico y cromo. Una vez que restamos 1/4 de pastilla a la dosis que le había prescrito su psiquiatra y que tomó el 75 % de ésta después de la cena, se sintió mucho mejor a los 3 o 4 días de haberme contactado. Le propuse realizar la siguiente reducción de la Latuda en unos tres meses, para llegar así a la que sería nuestra próxima meta: media pastilla al día después de la cena (20 mg diarios).
Si la reducción no le ha dado resultado después de varios intentos, entonces tal vez su mejor opción sea la medicina integrativa
Después de 3 años de intentar reducir esa dosis, al fin pudimos llegar a los 10 mg al día de este nefasto medicamento, lo cual considero ha sido uno de los mayores logros de Ezequiel, tomando en cuenta la gran adicción que dicho antipsicótico suele ocasionar. Asumiendo que seguirá al pie de la letra lo que se le ha indicado en su receta, esa minidosis alopática complementará una medicina ortomolecular compuesta ahora por niacinamida, L-teanina, curcumina, vitamina C y otros nutrientes; así como microdosis de Akuamma y pasiflora. Tanto esta terapia como las medidas que adoptamos con anterioridad le permitirán a este joven de 28 años continuar con su vida normal, como si nada hubiera sucedido.
No se si a usted le convenga insistir en reducir las dosis de sus psicofármacos, al grado de poder prescindir de ellos; pero lo que sí me queda clarísimo es que a Ezequiel le conviene optar por una medicina integrativa. Honestamente no sé si exista una enfermedad incurable; pero si la hay, esa sin duda debe ser la farmacodependencia. Ésta, despreciables magnates farmacéuticos (la Big Pharma para quienes gustan de impresionar a los demás con anglicismos), es a todas luces una epidemia que su industria ha querido propagar, valiéndose de sus maquiavélicas prácticas mercenarias [2].
«La salud no es para todos; está reservada para la élite de unos cuántos disciplinados«… © Sergio López González.
Fundación MicroMédix. 2 de junio de 2022
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REFERENCIAS
[1] Hyla Cass, M.D. Supplement Your Prescription. What Your Doctor Doesn´t Know About Nutrition. Basic Health Publications, Inc. 2007
[2] Anatomía de una Epidemia. Medicamentos psiquiátricos y el asombroso aumento de las enfermedades mentales. Robert Whitaker. Capitán Swing Libros, S.L. 2017