Modelo de COVID-19 para tratar la esquizofrenia
Viéndolo en retrospectiva, no todo lo que ha ocasionado el COVID-19 ha sido muerte y desolación. Como en cualquier otra guerra, hemos sido testigos de varios avances en materia de salud, pues al igual que hemos puesto a la esquizofrenia bajo la lupa de un modelo de tumor cancerígeno, ya estamos también en posibilidad de construir un paradigma para estudiar la esquizofrenia, enfocándonos en aquellos biomarcadores que se han asociado al COVID-19. Sucede que ésta no solo se ha estado manifestando como una enfermedad propia de las vías respiratorias, como al principio se creyó, sino que con el paso del tiempo, hemos comprobado que todas las variantes del coronavirus están empeorando los síntomas de otras cormobilidades, y en algunos casos, hasta produciendo secuelas neuropsiquiátricas que generalmente son diagnosticadas como psicosis o esquizofrenia (véanse artículos en la figura 1).
De hecho, sabemos de pacientes que sin haber reportado antecedentes psiquiátricos, desarrollaron un trastorno de personalidad, incluso hasta dos años después de haber dado positivo al SARS-CoV-2. A este respecto, Brown y otros investigadores revisaron el impacto de la epidemia del COVID-19 y estimaron que «entre el 0,9 % y el 4 % de las personas infectadas con COVID-19 desarrollan trastornos del espectro psicótico«. [1] (las negritas son mías).

Figura 1. Artículos que avalan la existencia de casos de psicosis inducidos por COVID-19. Fuente: Arrowsmith (la herramienta de minería de texto biomédico oficial de la Fundación MicroMédix)
La medicación destinada a combatir el COVID-19 también podría estar causando psicosis en la población
Resulta difícil, sin embargo, asegurar que todo ese porcentaje de personas que ha desarrollado un trastorno de personalidad, sea producto del virus, pues existe también evidencia de que la psicosis podría ser parte importante de los efectos secundarios de la medicación destinada a combatir el SARS-CoV-2 (véanse artículos 70 y 75 en la figura 1). Así, medicamentos como la ivermectina y las vacunas podrían poner en riesgo a las personas propensas a desarrollar una enfermedad psicogénica.
Si bien es cierto que «la enfermedad viral aguda rara vez causa psicosis en pacientes con una respuesta inflamatoria aumentada«, Duyan y Ozturan ya presentaron un caso en el que «la psicosis aguda se atribuyó a la dosis de carga de favipiravir«, ya que «ninguno de los marcadores inflamatorios dio positivo» (nuevamente, las negritas son mías). Esta última cita [2] es bastante aleccionadora, porque de alguna manera propone un camino muy viable para estudiar y resolver casos de psicosis, cuando su etiología (su causa) consiste en un proceso inflamatorio.
En términos generales, el que un marcador inherente a una patología de «positivo» implica que dicho parámetro, también llamado biomarcador, ha quedado por debajo de su valor de referencia inferior, o bien ha excedido su límite superior. Desde la perspectiva de una medicina ortomolecular de precisión, lo que procede entonces es determinar los nutracéuticos apropiados para que el biomarcador en cuestión, generalmente una citoquina proinflamatoria, regrese a su valor normal.
Biomarcadores: piezas clave para la confección de recetas personalizadas
Al igual que la batalla contra el cáncer, la que estamos librando contra este letal virus nos está proporcionando los elementos que estábamos necesitando para perfeccionar nuestras recetas. Esos elementos son precisamente los biomarcadores: sustancias que en un examen de laboratorio (analítica) aparecen con valores distintos a los habituales para indicarnos que existe una anomalía en el organismo. Son ejemplos de ellos el antígeno prostático específico, el ácido úrico y el colesterol. Para efectos prácticos, en el caso que nos ocupa nos encargaremos de vigilar que los niveles de la proteína C-reactiva (PCR) y la interleucina-6 (IL-6) estén dentro de sus límites de referencia.
Existen desde luego otros biomarcadores que probablemente no puedan ser reportados por un laboratorio de análisis clínicos promedio; pero que desde la perspectiva de nuestro modelo, son importantes para determinar con qué nutracéuticos deberá ser tratado un paciente. Esos otros biomarcadores son el factor neurotrófico derivado del cerebro (BDNF, por sus siglas en inglés) y el factor de necrosis tumoral alfa (TNF-α).
Nutracéuticos para regular los niveles de los biomarcadores implicados en el COVID-19 y la esquizofrenia
En el artículo que intitulé «Corrigiendo los biomarcadores inherentes a una poliquistosis renal para evitar la hemodiálisis» expuse la importancia que reviste el administrar L-carnitina cuando lo que se desea es reducir el nivel de la proteína C reactiva. Asimismo, en el modelo de tumor cancerígeno que construí para tratar la esquizofrenia, propuse tres nutracéuticos que prometen bajar los niveles de la IL-6 y del TNF-α, sin causar efectos secundarios. Estos fueron la curcumina, la quercetina y las isoflavonas de soya. Y aunque la vitamina D3 no pareció cumplir del todo con los requisitos que ese modelo imponía, las pesquisas relacionadas con los casos reportados de COVID-19 sugieren que esta vitamina debe ser contemplada tanto en estos casos como en los de esquizofrenia. A continuación explico cómo es que llegué a esta conclusión.

Figura 2. Minando la literatura biomédica con Arrowsmith y Voyant Tools para identificar las palabras clave y sus asociaciones.
Procedimiento de minería de texto para identificar los nutrientes que complementarán el tratamiento para la esquizofrenia
Comencemos con el análisis de la nube de palabras (herramienta Cirrus) de la figura 2. Nótese cómo los términos que más se repiten son cytokine, serum, bdnf, brain, derived, neurotrophic, factor y vitamin. También ahí se encuentran resaltadas, aunque no con tanto énfasis, las palabras clave protein y reactive. De acuerdo con los principios del análisis de textos (text analytics), conviene explorar las asociaciones (otra palabra clave en la nube) que dichos términos guardan entre sí, con miras a encontrar los nutrientes que nos están haciendo falta para regular apropiadamente los biomarcadores mencionados. Fue así como con la ayuda de las herramientas Arrowsmith y Voyant tools pude encontrar lo que Zhu y otros investigadores descubrieron, después de «examinar la hipótesis de que la vitamina D está inversamente asociada con la proteína C reactiva (PCR) en pacientes con esquizofrenia… La evidencia sugirió que los altos niveles de vitamina D pueden estar relacionados con un menor riesgo de esquizofrenia con PCR elevada» (véase la figura 3).

Figura 3. Correlación entre la vitamina D y la PCR: cuanto mayor es la dosis de vitamina D, tanto menor es el nivel de PCR en sangre. Los pacientes esquizofrénicos con un déficit de vitamina D podrían tener elevada la proteína C reactiva
¿Y que hay de la PCR de los pacientes con COVID-19? ¿Estará también elevada en estos casos? La figura 4 representa un fragmento de lo que Arrowsmith reveló al momento de desplegar los artículos que en relación con la esquizofrenia (columna izquierda de la tabla) y el COVID-19 (columna derecha de a tabla), contienen la palabra clave C-reactive protein. Un análisis minucioso de los resúmenes (no de los títulos) de las publicaciones que ahí aparecen revelaron que efectivamente la PCR suele estar elevada en ambas patologías.

Figura 4. La PCR es considerada un biomarcador confiable tanto en los casos de COVID-10 como en los de esquizofrenia
Para aumentar el nivel del BDNF no hay como la curcumina, el muérdago y el ácido alfa-lipoico
Ya en otra de mis publicaciones presenté evidencia suficiente de que tratándose de la esquizofrenia, la curcumina aumenta el factor neurotrófico derivado del cerebro, por lo que no ahondaré más en esta cuestión. No obstante, convendría analizar qué sucede con ese mismo biomarcador en casos de COVID-19, así como indagar si existen otros nutracéuticos con el mismo mecanismo de acción que el de la curcumina.
En lo que se refiere a los casos de COVID-19, Azoulay y su equipo de trabajo encontraron «niveles significativamente más bajos de BDNF en suero en pacientes con enfermedad grave o moderada en comparación con pacientes con enfermedad leve» [3], lo que sugiere que debemos encontrar nutracéuticos que lo aumenten, igual que lo hicimos cuando estábamos buscando el antipsicótico genérico ideal para la esquizofrenia y otros trastornos cognitivos (pulse sobre el vínculo para ver los pormenores de ese estudio).
En relación a la búsqueda de candidatos para incrementar el BDNF, Szurpnicka y otros dos colegas suyos descubrieron que el muérdago tiene grandes posibilidades. Ellos observaron que varios extractos de esta planta (Viscum album L.) «exhiben actividad en el sistema nervioso central, incluidos los efectos antiepilépticos, sedantes, antipsicóticos, ansiolíticos, antidepresivos y antinociceptivos en ratones y ratas. Además, en el resumen de su publicación apuntaron que esos mismos «extractos aumentaron el nivel del factor neurotrófico derivado del cerebro…» [4]. Para no quedarse atrás, en otro estudio Vasconcelos y sus colaboradores demostraron que el ácido alfa-lipoico revierte la disminución del BDNF [5].
Otros nutracéuticos que reducen el factor de necrosis tumoral alfa (TNF-α)
Hay al menos tres nutracéuticos más que regulan el TNF-α a la baja: la vitamina D3 [6], la glutamina [7] y la vitamina C intravenosa. De hecho, la vitamina C no solo reduce el TNF-α, sino también la IL-6 y la proteína C-reactiva [8]. Sin embargo, como el sistema de salud dominante suele vetar a los médicos alópatas que prescriben inyecciones intravenosas de vitamina C, lo más probable es que usted no encuentre un señor de bata blanca que esté dispuesto a inyectarle ascorbato de sodio por dicha vía, así que lo que puede hacer es apelar al ácido ascórbico por la vía liposomal. Aunque este nutracéutico no tiene la misma biodisponibilidad que la que se consigue con la vía intravenosa, se aproxima mucho a la de esta última, con la gran ventaja de que usted mismo puede preparar su emulsión liposomal. Una vez elaborada ésta, podrá tomarla por la vía oral sin ningún problema.
Conclusión
No teniendo una analítica, espero quede claro por qué una persona afectada de esquizofrenia mejorará con L-carnitina, L-glutamina, vitamina C liposomal (no oral), vitamina D3, curcumina liposomal (por su alta biodisponibilidad), quercetina, isoflavonas de soya, ácido alfa-lipoico y microdosis de muérdago. En el mejor de los casos, una analítica nos permitirá optimizar su receta con menos nutracéuticos, ya que por lo general no todos los biomarcadores dan positivo. Note como he resaltado en negritas la palabra microdosis, pues el muérdago en cualquier otra presentación podría resultar peligroso (algunas especies producen frutos realmente venenosos [9]).
Asimismo, conviene que sepa cuáles deben ser las dosis correctas de cada uno de los nutracéuticos mencionados, no solo por lo inútil que podría resultar el administrar dosis muy bajas, sino por el riesgo que podría representar usar cantidades innecesariamente elevadas de los mismos. Si usted no es un experto en medicina ortomolecular, programe una consulta en línea para que uno de nuestros especialistas le personalice la terapia recién descrita, pues podría darse el caso de que por estar tomando otros medicamentos o padeciendo otras cormobilidades, surgiera alguna contraindicación o una posible reacción adversa. Recuerde que los rasgos, las analíticas, las necesidades, las limitaciones y las propensiones de cada persona son bien diferentes.
“Los nuevos paradigmas surgen cuando el sistema ya no está funcionando”… Matthew Fox.
© Sergio López González. Fundación MicroMédix. 12 de septiembre de 2022.
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REFERENCIAS
[1] Brown E, Gray R, Lo Monaco S, et al. The potential impact of COVID-19 on psychosis: A rapid review of contemporary epidemic and pandemic research. Schizophr Res. 2020;222:79–87.
[2] Murat Duyan & Ibrahim Ulas Ozturan. Acute Psychosis in COVID-19: Is It Due to Favipiravir Treatment or Acute Viral Illness? SN Compr Clin Med. 2021; 3(7): 1627–1629.
[3] David Azoulay et al. Recovery from SARS-CoV-2 infection is associated with serum BDNF restoration. J Infect. 2020 Sep; 81(3): e79–e81.
[4] Szurpnicka et al. Therapeutic potential of mistletoe in CNS-related neurological disorders and the chemical composition of Viscum species. J Ethnopharmacol. 2019 Mar 1;231:241-252.
[5] Vasconcelos et al. Alpha-lipoic acid alone and combined with clozapine reverses schizophrenia-like symptoms induced by ketamine in mice: Participation of antioxidant, nitrergic and neurotrophic mechanisms. Schizophr Res. 2015 Jul;165(2-3):163-70.
[6] Jain et al. Analysis of vitamin D level among asymptomatic and critically ill COVID-19 patients and its correlation with inflammatory markers. Sci Rep. 2020 Nov 19;10(1):20191.
[7] Mohajeri et al. The effect of glutamine supplementation on serum levels of some inflammatory factors, oxidative stress, and appetite in COVID-19 patients: a case-control study. Inflammopharmacology. 2021 Dec;29(6):1769-1776.
[8] Xia et al. High-dose intravenous vitamin C attenuates hyperinflammation in severe coronavirus disease 2019. Nutrition. 2021 Nov-Dec;91-92:111405.
[9] Spreen Allan, M.D. Tomorrow´s Cancer Cures Today. 25 secret therapies from around the world. Health Sciences Institute, Baltimore, Maryland. 2009.