Terapias Naturales

Recetas, suplementos, microdosis y escuchas binaurales

Atención presencial: una alternativa más para salvarse del engaño de la psiquiatría

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Las limitaciones que puede llegar a tener un ser humano, propician el desarrollo de habilidades y competencias que no desarrollaría si contara con lo que la mayoría de la gente supone que son ventajas. En «David y Goliat» [1], Malcom Gladwell sostiene que el más grande y más fuerte no siempre es el vencedor, y que hay una infinidad de situaciones en las que las desventajas pueden a la postre redundar en beneficios, como resultado de haber tenido que superar una enfermedad, una discriminación ra-cial, una distinción de credo o de clase, o una condición de orfandad a temprana edad.
En lo que resta del presente ensayo, explicaré cómo fue que basándonos en ese concepto, implementamos un proyecto para apoyarle en el cuidado de su familiar, una labor que sabemos puede llegar a ser extenuante.
Tanto usted como su familiar se sentirán mejor con nuestro trato amable, sabiendo que él o ella no estará en un psiquiátrico, sino en la Casa de Recuperación MicroMédix, o incluso en su propio hogar.

Toda autoridad que se precie de serlo debe ser legítima

En «David y Goliat» Gladwell también plantea la idea de que el poder ejercido por una autoridad debe ser legítimo, para lo cual necesita cumplir con un principio fundamental: el que establece que las personas que han de obedecer a la autoridad, tendrán derecho a opinar, siempre que se sujeten a leyes justas y predecibles.
En el ámbito de la salud, hemos visto que la autoridad está representada no solo por el sector gobierno, sino por el ejército farmacéutico y sus soldados de bata blanca.

Esa triada trágica no es incluyente, porque no toma en cuenta la opinión de los enfermos ni la de sus familiares, y porque sus reglas distan mucho de ser justas y predecibles. Es esa alianza a la que yo me refiero cuando hablo del sistema convencional de salud mental, y es a este modelo al que debemos la estigmatización y la mitificación de la esquizofrenia. El estigma y los mitos que ha creado dicho paradigma alrededor de las conductas psicóticas, ha dado lugar a que muchos padres de hijos con trastornos de personalidad, no sepan qué hacer en momentos de crisis: arranques de ira y ansiedad, intentos y amenazas de suicidio, risas sin motivo aparente, en fin, un síndrome que si bien no es normal, tampoco debe ser motivo de alarma y caos familiar (la típica llamada al 911).

A diferencia de lo que dictan las que se autodenominan «autoridades en salud mental», tales conductas pueden ser predecibles y por lo tanto evitadas.
La imagen que nos ha vendido ese sistema, aunada a la dramatización que se ha hecho de la psicosis para abarrotar las salas de cine, es un producto distorsionado de la realidad, un concepto erróneo sobre la personalidad de un semejante que, al igual que usted y yo, tiene sus propias limitaciones. ¿O considera usted que las cintas hollywoodenses podrían ser un referente a la hora de evaluar la salud mental de una persona? El problema con los contenidos de los medios de comunicación masivos, es que no solo distorsionan la realidad, sino que construyen una que carece de valores éticos. Los héroes de los jóvenes de hoy ya no son hombres ilustres o emprendedores como Albert Einstein, Martin Luther King o Steve Jobs. Ahora los modelos que la industria cinematográfica y las televisoras quieren que la juventud imite suelen ser delincuentes. El Chapo Guzmán es un claro ejemplo de ello.

Yo no sé qué tanta realidad reflejen ese tipo de series televisivas; pero de una cosa sí estoy seguro: venden mucho. Al igual que la industria cinematográfica, la triada infernal tiende a distorsionar la realidad para vender más, haciéndole creer al consumidor que una persona afectada de esquizofrenia, trastorno bipolar, TOC o similar, es una persona violenta, desquiciada y peligrosa, que necesita cuidados que solo un psiquiatra y una enfermera les puede dar. En un escenario como éste, sus desinformados prospectos acuden a los centros psiquiátricos como moscas a la miel, confiados en que el confinamiento y la medicación, habrá de resolverles su problema.

De dónde se saca el coraje para no doblegarse ante la adversidad

Todo ese circo lleno de sensacionalismo no es más que un engaño de la psiquiatría, y forma parte de la estrategia para monopolizar un mercado lleno de oportunidades en donde nada nos impide ofrecer un servicio que procure una auténtica recuperación: esa atención que a usted le está faltando para salir de la encrucijada en la que se encuentra. Y para ayudarlo a salir de ésta, no hay como aprovechar lo que uno ha aprendido después de haberse «salvado por mucho«, diría Gladwell.
El haber salido ileso de varias batallas, le permite a quien las ha librado, aconsejar sobre lo que conviene hacer en casos de crisis, por haber experimentado con anterioridad, el contraste entre la aprensión y lo que significa el salir airoso de una situación tan peliaguda como podría ser un brote psicótico de un(a) hijo(a) .

Como padre de un adolescente que vivió en carne propia la amargura de caer en el abismo de la esquizofrenia, conozco perfectamente las deficiencias del sistema tradicional de salud mental, y como ingeniero en informática biomédica, he ayudado ya a muchas familias en apuros. Como apuntó el psiquiatra J.T MacCurdy en su «The Structure of Morale» (Cambridge University Press, 1943), a propósito del bombardeo de la Alemania Nazi sobre suelo británico, a principios de la segunda guerra mundial: «Todos somos propensos también a tener miedo de tener miedo, y la conquista del miedo genera euforia […] Cuando durante un ataque aéreo hemos temido caer presas del pánico, pero hemos exhibido ante los demás una calma absoluta y, una vez terminado el peligro, nos vemos a salvo, el contraste entre la aprensión previa y el alivio y el sentimiento de seguridad actuales propicia una confianza en uno mismo que es la fuente del coraje» [ob. cit].

La buena noticia es que ese coraje se puede adquirir, y nuestro compromiso con las familias de nuestros pacientes es enseñarles a desarrollarlo. ¿Que cómo lo hemos logrado? Venciendo juntos las crisis que es necesario superar, para que tanto los pacientes como sus familiares experimenten el contraste que hay entre la ansiedad y la calma, entre la agresividad y la ecuanimidad, entre la risa sin motivo aparente y la broma espontánea, entre el delirio y la cordura; en pocas palabras: entre la obscuridad y la luz. Y es que «el valor no es algo que ya tengas y que te hace valiente cuando llegan los tiempos difíciles. El valor es algo que se adquiere cuando se han pasado tiempos difíciles y uno descubre que, después de todo, no son tan difíciles «, señala Gladwell en su inspiradora obra.

Incluir implica desmitificar y desestigmatizar las limitaciones de todo ser humano

¿Que tienen de incluyente el confinamiento involuntario y la administración forzada de neurolépticos (los fármacos que recetan los psiquiatras)? ¿Acaso el paciente o sus familiares tienen voz y voto en esta clase de prácticas «sanitarias»? Porque no me va a decir usted que los psiquiatras y las enfermeras le permiten opinar sobre los efectos secundarios y los peligros que implica la administración de semejante tipo de drogas.

Contrario a lo que el sistema de salud y la industria cinematográfica nos han querido vender, la agresividad es un rasgo de la personalidad que no tiene nada que ver ya no digamos con la psicosis, sino con ninguna enfermedad. Una persona «normal» puede ser más agresiva (y los hay por montones) que un paciente esquizofrénico, y en muchas ocasiones, el naturópata puede aprovechar la lucidez mental que muchos pacientes psicóticos pueden llegar a tener por momentos, para preguntarles su opinión sobre lo que ellos consideran les hace más mal que bien. En plena era del conocimiento, todavía hay quienes creen que los medicamentos mejoran las capacidades cognitivas. La verdad es que sucede todo lo contrario, hacen más mal que bien [2]. Un adolescente autista no medicado podría tener más coeficiente intelectual que usted y yo juntos. No obstante, tuve un paciente con esquizofrenia que terminó su doctorado aun estando medicado; algo que yo no podría concretar ni estando sano (pude cursar una maestría en ciencias computacionales y no volvería a hacerlo). Ese paciente era Armando. El relato completo de su caso lo puede encontrar en «Escucha de voces: complementando su tratamiento con terapia cognitiva conductual«.

Fue con este extraordinario ser humano que aprendí, después de sostener varias conversaciones con él a través de Skype, que ciertos pacientes requieren necesariamente minidosis de neurolépticos para mantener a raya los síntomas positivos de la esquizofrenia. Y como dichos psicofármacos no son capaces de controlar los síntomas negativos de este trastorno, pudiendo incluso provocarlos por ser ésta una característica inherente a su mecanismo de acción (los llamados efectos secundarios), es menester echar mano de megadosis de nutrientes para conseguir la estabilidad emocional anhelada, dando lugar así a lo que se conoce como medicina integrativa.

Nunca vi en Armando un atisbo de agresividad, y si usted me preguntara qué tan diestro es él en aquello de experimentar en carne propia el contraste entre la aprensión y el alivio, me atrevería a asegurar que para estas fechas, su currículum vitae ya contiene un posgrado más en una de las áreas que más trabajo le cuesta dominar al ser humano: la paciencia.
No es fácil adquirir el valor suficiente para salir bien librado siendo padre de un hijo con esquizofrenia, y estimo que como paciente ha de ser extremadamente difícil vencer a un Goliat de ese tamaño; pero de que hay quien lo ha logrado no me cabe la menor duda. Una paciente peruana a quien llamaré Dizzy Miss Lizzy a fin de mantener a buen resguardo su verdadera identidad, es prueba fiel de cómo una mujer a sus 25 años, fue capaz de comprender a la perfección el mensaje de Gladwell.
Una persona que se cura de un trastorno de personalidad con la ayuda de su familia y que a los pocos meses se une en matrimonio para continuar una vida normal en los EUA, estudiando y emprendiendo proyectos de superación personal de diversa índole, dudo mucho que representara bien el personaje que Alfred Hitchcock hubiera querido dirigir en la cúspide de su carrera.

Y es que Dizzy Miss Lizzy ha ido más lejos. Ella se ha convertido en una experta en detectar con antelación una recaída. Eso es algo que usted no verá en ninguna película de Hitchcock, ni en ningún otro medio de comunicación masiva de alto rating. ¿Por qué? Porque un trastorno de personalidad controlado no reditúa; no capta el número deseable de clientes. Tanto la industria farmacéutica como la cinematográfica prefieren apelar a ese impulso que de acuerdo con su experiencia vende más: el miedo. De ahí que la primera opte por desinformar a sus partidarios, inventando trastornos y poniéndole nombres rimbombantes e intimidatorios a los estados de ánimo normales, como la tristeza, la frustración, la hiperactividad infantil (TDAH), el enojo, etc… ¡Por el amor de Dios, la inquietud de un infante y la irritabilidad de un adolescente (Oppositional Defiant Disorder) no son patologías!, aunque así lo pregone un CuasiDios de bata blanca.

Cómo venceremos al monstruo de tres cabezas

La idea es vencer a Goliat como lo hizo David en el valle de Ela; no enfrentándolo cuerpo a cuerpo, sino arrojándole directo a la frente, una piedra unida a una honda. Cuenta la leyenda que luego de haber derribado a Golliat, David lo decapitó con la espada que el grandulón habría usado en el combate, de no ser por la astucia del que a juicio de todos los presentes, llevaba todas las de perder.
La estrategia consiste entonces en emular a David, y aunque ganas de cortarle la cabeza al psiquiatra que maltrató hace años a mi hijo no me faltan, la táctica que estamos empleando dista mucho de adoptar un tono amarillista como el que a primera vista parecería tener. No, no queremos nada de eso. Cada negativa de una familia a la farmacodependencia y al confinamiento involuntario, será como una piedra más sobre la frente de Goliat. No necesitamos de una espada para aniquilar al gigante, porque como mencioné anteriormente, los neurolépticos van a ser necesarios en algunos casos (como el de Armando por ejemplo).

Así que a diferencia de lo que pasó en el valle de Ela, derribaremos al sistema dejando intactas su tres cabezas (gobierno, farmacia y psiquiatras), a fin de que podamos disponer de dosis mínimas de neurolépticos, en aquellos casos de farmacodependencia aguda, o cuando se trate de un paciente excepcional cuyos síntomas positivos ya no sea posible controlar con medicina ortomolecular y microdosis. Así, cada vez que logremos que una familia diga no a la farmacodependencia y el confinamiento involuntario, habremos ganado una batalla. No podemos perder. Al final, la suma de los esfuerzos realizados por todos esos guerreros biomédicos vencerá al monstruo tricéfalo.

Guerreros biomédicos: piezas clave con voz y voto para combatir la farmacodependencia y el confinamiento involuntario

Nuestra propuesta es a todas luces incluyente, porque nosotros sí tomamos en cuenta la opinión de nuestros pacientes, y lejos de estigmatizarlos, los cuidamos como si fueran familiares nuestros, cobijándolos ya sea a través de una videoconferencia, una consulta telefónica o una atención presencial, pudiendo ser ésta última en sus respectivos hogares, o bien en nuestra casa de recuperación.

La mamá de un paciente que recién comenzamos a tratar a distancia recurriendo a una membresía de consultas telefónicas, me reportó hace aproximadamente una semana que su hijo, a quien llamaré Julito para no develar su verdadera identidad, no quería tomarse los nutrientes que le habíamos recomendado. Le sugerí que se los diera camuflados, como parte de un licuado de frutas (batido) preparado con leche de coco, de almendras, de arroz, de soya, o de cualquier otra leche que no fuera de vaca. Pero lo más interesante de este caso es que como a los dos días de esa conversación, recibí un correo en el que esta admirable madre guerrera me notificaba el deseo que tenía su hijo de probar un producto que contenía un derivado de Cannabis sativa (marihuana). A todas luces, ese suplemento con pocas cantidades de CBD,  estaba contraindicado por contener altos niveles de THC, propiedad que lo convierte en un agente psicoactivo. Las propiedades medicinales de la marihuana son bien conocidas y en alguna ocasión yo mismo le preparé una microdosis de esta planta a un paciente para ayudarle con un problema de glaucoma. En casos de esquizofrenia sin embargo, prefiero no recomendar un suplemento de esta naturaleza, por la propensión que este tipo de pacientes tiene a las alucinaciones. Su condición podría empeorar.

Ahora bien, si Julito hubiera sugerido en vez de Cannabis sativa, el cáñamo (hemp), yo hubiera estado encantado de darle la bienvenida a su opinión, ya que en este caso los niveles de THC son muy bajos (del orden del 0.3%) y los de CBD muy altos. De hecho, este otro producto está catalogado como un antipsicótico natural, que además de ayudar con varios de los síntomas asociados a la esquizofrenia, puede generar el efecto placebo que tanto se necesita, cuando es el mismo paciente quien sugiere el remedio en cuestión. Todo parece indicar que el hecho de escuchar al paciente y hacerle sentir que su opinión cuenta, repercute positivamente en su recuperación. Ya en otra parte de este mismo portal escribí que «hay un gran porcentaje de enfermos que se curan más por haber creído en el tratamiento y el médico que han consultado, que por la eficacia del tratamiento en sí» (véase también: «Curso de autocuración con medicina ortomolecular: conocimiento que alivia«).

Reglas justas y predecibles

El confinamiento involuntario y la administración indiscriminada de neurolépticos sin la debida autorización de un familiar, son prácticas que en principio no comulgan mucho con los derechos civiles, y si cree que estoy exagerando la nota, échele una mirada a lo que el Dr. Peter Gøtzsche (izquierda) y el psiquiatra Thomas Szasz (derecha) tienen que decir al respecto. Al igual que el Dr. Colin Ross (abajo), esos dos científicos llevan años estudiando la historia de la psiquiatría y los daños que las drogas legales han causado a la sociedad. Y lo paradójico de todo este asunto es que dos de ellos son psiquiatras, y créame, el número de profesionales de la salud mental que ya se percató de que lo que les enseñaron en la universidad no está respaldado por ninguna de las llamadas ciencias exactas, crece considerablemente cada año. Los mismos psiquiatras están cuestionando los métodos que una pseudociencia como la psiquiatría promueve entre sus seguidores. A fin de ilustrar muy bien el carácter tan aberrante, inhumano y por lo tanto injusto de dichas prácticas, considere usted el caso de las terapias electroconvulsivas (ECT, por sus siglas en inglés). ¿Cree usted que un puñado de médicos y enfermeras le van a pedir permiso para aplicar esas descargas eléctricas a su ser querido? Lo dudo mucho. Y eso es tan solo un ejemplo de las injusticias que se ven a diario en esos centros a los que hace años acostumbrábamos llamar manicomios.

En este orden de ideas, cabe preguntarse quién es el que realmente no está en sus cabales. ¿No estarán más enfermos los que ordenan y aplican dichos métodos? ¿Por qué no se estigmatiza a esos personajes tan siniestros? ¿Qué tal una película que pone al descubierto esto que es una realidad? ¿Y qué hay de la predictibilidad de los métodos de la psiquiatría convencional? ¿Alguna vez un psiquiatra le ha dicho cuánto estima que puede durar el tratamiento que le ha recomendado? No necesita hacerlo, porque para él (o ella) el tratamiento es de por vida.

Y si para los psiquiatras el que la esquizofrenia sea incurable constituye una regla, para nosotros no lo es. Y la prueba está en que Dizzy Miss Lizzy, mi hijo y muchos otros pacientes más en diferentes partes del mundo, ya están llevando una vida completamente normal. Es por eso que la Fundación MicroMédix se ha dado a la tarea de componer todo ese desastre, ofreciendo a las familias de nuestros pacientes, varias alternativas que satisfacen los requisitos que toda autoridad en materia de salud debe llenar.

¿Qué alternativas tiene usted?

Con nosotros, nuestra inclusión está garantizada, porque le permitimos implicarse en el proceso terapéutico, ya sea a través de «Un Estudio para tu Caso«, o bien de una autocuración con medicina ortomolecular.
De hecho, usted es quien decide el nivel de inclusión, pues nuestra atención ahora va más allá del entrenamiento (coaching) a distancia por medio de membresías. Ahora ya contamos con instalaciones con todos los servicios para que usted traiga a su familiar y pueda descansar un poco de ese viacrucis por el que está pasando. Nosotros nos encargaremos de atender a su ser querido y de estabilizar sus estados emocionales, hasta que esté en condiciones de integrarse de nuevo a la sociedad. Otra posibilidad es que nos traslademos a su domicilio y que permanezcamos allí el tiempo que usted juzgue conveniente. Eventualmente sabrá cómo proceder en casos de crisis y aprenderá todo lo relacionado con el tratamiento para que lo lleve a cabo  cuando ya no estemos a su lado. Gracias a la psiquiatría de precisión, la duración del tratamiento pasa a ser totalmente predecible.

El documento que usted recibe después de unirse a nuestra causa, más que una receta, es una guía terapéutica muy completa que contiene, entre otras cosas, un estimado de la duración de su tratamiento (especificado regularmente en meses). Ese dato le será de gran utilidad a la hora de estimar gastos y estancias, tanto en nuestra casa de recuperación como en su domicilio. La psiquiatría de precisión facilita la predicción y es el principal pilar de nuestros tratamientos. Si nuestras reglas son justas o no, es algo que usted podrá evaluar con toda libertad y transparencia, una vez que haya leído nuestro pacto de colaboración, que no es otra cosa que un resumen de lo que podrá encontrar en nuestra publicación del 30 de agosto de 2017: «Por qué unos pacientes se alivian y otros no: las diez claves de un tratamiento exitoso«. Sustituya usted en ese ensayo el término «claves» por «reglas» y evalúe por favor qué tan injusto puede ser para usted:

1) Hacer todo lo posible para que el familiar participe en el proceso
2) Crear un entorno de empatía alrededor de su ser querido
3) Procurar un ambiente lleno de paciencia y comprensión
4) No subestimar los efectos de un trastorno psicogénico
5) Evitar hasta donde sea posible la farmacodependencia
6) Evitar la sobremedicación con cocteles tipo kamikaze
7) No albergar la ilusión de que los nutrientes son productos milagro
8) Administrar los nutrientes y las microdosis tal y como indica la receta
9) Contemplar la posibilidad de practicar una medicina integrativa
10) Aplazar los deberes del paciente, mientras esté en recuperación

En el mejor de los posibles escenarios, su familiar se va a recuperar completamente con una medicina exclusivamente alternativa, en unos cuantos meses. En el peor de los casos, él o ella estará mucho mejor con una medicina integrativa, que quedando a merced de ese monstruo tricéfalo por el resto de su vida. La información detallada de los servicios que le serán proporcionados a su familiar, la encuentra en: «Casa de Recuperación MicroMédix: renovando vidas«.

«Nada hay más admirable y heroico, que sacar valor del seno mismo de las desgracias, y revivir con cada golpe que debiera darnos muerte«… Louis-Antoine Caraccioli
© Sergio López González. Fundación MicroMédix. 1 de septiembre de 2019


Si requieres más detalles sobre el cuidado de personas a domicilio o en la Casa de Recuperación MicroMédix, nos puedes contactar para que en 10 minutos disipemos todas tus dudas e inquietudes


REFERENCIAS

[1] Gladwell Malcom. David y Goliat: Desvalidos, inadaptados y el arte de luchar contra gigantes. Taurus, 2013.
2] Anatomía de una Epidemia. Medicamentos psiquiátricos y el asombroso aumento de las enfermedades mentales. Robert Whitaker. Capitán Swing Libros, S.L. 2017


 

Autor: micromedix

Sergio López González. Ing. en Informática Biomédica

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